El programa de gobierno presentado por el nuevo presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, se cimenta en sus ejes centrales en el anunciado por Camps hace apenas cinco semanas. Creación de empleo, austeridad y mantenimiento de las políticas sociales. Si difirió en algo fue en los tiempos, en el alcance o profundidad de las medidas de recorte o en las formas ante la oposición, que fueron de mano tendida. Tampoco eran esperables transformaciones radicales en los principios programáticos. Alberto Fabra fue coordinador general del PPCV y arbitró, junto a la responsable Paula Sánchez de León y Rafael Blasco, las líneas maestras con las que el PPCV se presentó a las elecciones autonómicas, llevadas después por Camps a las Corts en su discurso de investidura. Con todo, el discurso de Fabra ayer fue dual. Invocó el pasado, que es el suyo, pero también quiso impugnarlo. El homenaje que le tributó a Camps, en el que remarcó su honestidad, y las glosas a su trabajo, partían de la raíz primera. Los nuevos aires que intentó transmitir, sin embargo, enmendaban esos mismos vínculos: habló de un documento de consenso con la oposición, dijo ser consciente de que la imagen de la Comunitat Valenciana no es buena y expresó su confianza en que los ciudadanos vuelvan a creer en esta tierra. En todo caso, los cambios

—si no son de fisonomía—, los apreciaremos tras las generales. Pero el núcleo central del programa está —estaba ya— dibujado y acentúa el de otras autonomías: lucha contra la crisis, políticas de austeridad y recorte del gasto.