La Universidad Católica de Murcia selló ayer un acuerdo de patrocinio con 16 deportistas de primer nivel en la casa del COI. Lo que en principio debía estar planteado como un respaldo a la decidida apuesta por el deporte que realiza esa uni, se convirtió más en una intercesión de la famosa ucam por Alejandro Blanco que ha preferido escaquearse de algún que otro acto para no coincidir ni con Wert ni con Cardenal, secretario de Estado para el Deporte, que no lo tienen precisamente en sus oraciones. Ni que decir que el desencuentro viene a consecuencia de lo que viene. La ventaja con la que cuenta el presidente de la ucam, José Luis Mendoza, es que, al moverse con contactos de verdad y saber hacerlo incluso en las procelosas aguas del Vaticano, el campus que gestiona se ha llevado los denominados Juegos Mundiales de Universidades Católicas y lo ha hecho, además, en plan sede permanente. Ahora que lo pienso a ver si la disposición de Blanco en este caso a oficiar de anfitrión responde a que lo que esté considerando sea matricularse en Murcia. Por el equipo de Wert, que lo haga. Porque lo acusa, no ya de no haber alcanzado la mínima exigida para aspirar a mayores empresas, sino de haber suspendido el examen por no responder con propiedad al miembro del coi que puso el dedo en la llaga al preguntar sobre las bolsas dichosas de la Operación Puerto. Y, mira por donde, lo que le reprochan quienes le conocen es que no tiene sangre. Lo que es la vida. Bueno, debe ser consciente de ello y es probable que algo esté haciendo al respecto porque, tras el éxito obtenido, una de sus declaraciones más enardecidas fue que «la actuación de Ana Botella ha sido extraordinaria». En cambio, en este momento, su discurso se inclina hacia que es preciso renovar las estructuras para que el deporte no se venga abajo. Y, sin embargo, cuando cada dos por tres le inquieren sobre si va a dimitir, la respuesta adquiere rango de coherencia suprema. Pasa, pero olímpicamente.