Con lo del calor tema de actualidad redundante donde los haya, Amado Nervo nos pone el punto final al debate, cuando afirma: «Qué bien están los muertos / sin frío ni calor, / ya sin tedio ni hastío». Una magnífica premonición del poeta mexicano cuando quizá no supiera de su muerte, bastante prematura, a los 49 años.

No es de muertos de lo que quisiera escribir hoy, aunque el panorama no se encuentre para muchas alegrías, si no de lo mucho que nos queda por salir de ésta. Tanto es así que un amigo, presbítero, asegura que harán falta varios papas para superar la crisis religiosa y, al menos, tres generaciones para cambiar la sociedad: una lúcida visión que, si no tiene una rápida puesta en marcha algo que apenas se aprecia por el momento, se demorará todavía más en el tiempo.

Porque lo cierto es que no ha comenzado a ponerse en práctica un modelo global de regeneración creíble. De momento, nos hallamos en ese punto señalado por Berta González de Vega al comienzo de su crónica, destacada en portada por El Mundo, en la que describe algo más que una parte de nuestra sociedad civil: «Caer en la primera ronda del Mundial de fútbol supuso una profunda decepción en todo el país. En cambio, nadie llora por el papel de España en el Mundial de las Universidades (?) en el que ni un solo centro español se cuela entre los cien mejores». Nuestra institución universitaria ha conseguido clasificarse ya en Tercera División. Lejano el cambio a mejor, seguimos perdiendo posiciones: ¡Alirón, alirón, el analfabetismo campeón!

Pero ya sabéis que, con frecuencia, nos toca bailar con la más fea. Leo en El País que al Gobierno valenciano acaba de pagar 660.000 euros al Club Deportivo Castellón en concepto del patrocinio suscrito por la empresa Aerocas, la de la famosa pista de aterrizaje castellonense, que también patrocinaba al Villarreal, el cual renunció noblemente a cinco millones por idéntico concepto, por entender que existen otras cuestiones sociales más necesitadas.

Si a nivel ciudadano queda clara la prioridad futbolística, parece evidente que los mandamases también se encuentran en la onda del contrasentido.

Me niego a aceptar que los que pensamos así, seamos exagerados. Somos pesimistas porque, de momento, no se aprecia cambio alguno en estos menesteres, con un Gobierno central bastante centralista por cierto sólo preocupado, con su conocida altura de miras, en salvarse de su naufragio en las próximas elecciones para proseguir en su nefasta andadura.

Habrá que echarle mucho humor a la cosa para sobrevivir. Lo primero, no perder el tiempo observando ciertos rostros políticos, porque son de un patético insuperable; y lo segundo, disfrutar de lo que se nos ofrece sin impuestos o con muy pocos: leer, escuchar música, seguir aprendiendo cosas nuevas, amar y respirar con o sin oxigenoterapia. Amén.