Mira por dónde Amado Nervo respalda la decisión de los políticos que, con tan buen criterio, gestionan la educación en la Comunité: «No nos quejemos del calor: es la caricia del sol a sus mundos. No nos quejemos del calor, que todo lo fecunda»? Gran cabeza la de nuestros mandamases que, sin encomendarse a nadie ni a profesores, alumnos ni familias han decidido por cuenta propia adelantar el curso escolar. Si fuera verdad que buena parte de la UE inaugura curso en agosto, aquí no podemos ser menos. Sólo un fallo, un pequeño fallo: por aquí hace un calor insoportable casi tanto como sus señorías y más al Norte la climatología suele comportarse más benigna.

¡Qué pena, penita, pena! Con los magníficos gobernantes que tenemos como bien declaró el responsable del erario público, mientras su nariz se alargaba tropezando con la dura realidad, tan éticos, tan austeros, tan sabios, y que siempre tengan que enfrentarse a esos pequeños fallos que les impiden concluir con éxito cualquier gestión.

En este caso, sólo hubiese hecho falta un breve curso de meteorología para concienciarse de que el tema no se puede tratar desde el ombligo, pues, como asegura un buen amigo, la mayoría de las informaciones del tiempo se resuelven asomándose a la ventana de la oficina especializada en Madrid: sacan la mano y, si se moja, pues «hoy llueve en España». Como cantaba Gelu, «cuando llega septiembre, todo es maravilloso». Si no, que se lo pregunten a esos centenares de colegios valencianos que se han visto obligados a suspender las clases por el calor.

Pero no hay de qué preocuparse, porque, como ha declarado María José Catalá, portavoz del Consell y consellera de Educación supongo que desde su despacho oficial, con aire acondicionado y algún asesor meteorológico, «esperemos que bajen las temperaturas». Desde calles y plazas, ante tamaña sabiduría, el pueblo aplaude y grita bravos, confundiéndose con otros vítores y ovaciones dedicados por varios usureros incontrolados a Mario Dragui por la bajada al 0,05 de los tipos de interés del Banco Central Europeo. Esto sí que, de momento, ha bajado. ¿En qué medida nos repercutirá? Tal como están las cosas, no me fío un pelo de sus beneficios, así que «Virgencita, que me quede como estoy».

Y cierro estos párrafos con el poeta modernista que los inició: «? Por el contrario, que si el frío es padre de la blancura y a veces de la civilización, el calor es el padre del deseo, de la gracia, de la belleza y del amor». Vamos que Amado Nervo debió ser un enamorado de las vacaciones estivales. De ahí que crea en la necesidad de que la educación debe realizarse a la sombra «el Consell no es culpable de la climatología», lejos de un sol que nos impida oxigenar el corazón, situación con la que resulta difícil, muy difícil, trabajar, estudiar, escribir, respirar.