Mi amigo Raimundo Folch, escultor, me ha invitado a formar parte de Creamos. Se trata, de momento, de un grupo de amigos de Facebook. Le digo a mi anfitrión que no soy artista y que su convocatoria, por tanto, dada mi condición de teórico del arte, me deja en la frontera de sus pretensiones. Pero insiste, pues piensa que gente como yo puede ser de utilidad al proyecto. Un proyecto que nace con intención de futuro político. Porque de eso se trata, de crear un partido en defensa de los intereses profesionales de estos creadores, tan dejados de la mano de Dios, mientras que en otros países europeos sus colegas cuentan con una mayor protección pública. Tona Calderón también lleva la voz cantante: entre escultores anda el juego.

Un miembro del grupo, Hasbia Mohamed, pintora que estudió en Valencia, ha colgado una frase, atribuida a Italo Calvino y fechada en 1974, que no tiene desperdicio: «Un país que destruye la Escuela Pública no lo hace nunca por dinero, porque falten recursos o su costo sea excesivo. Un país que desmonta la Educación, las Artes o las Culturas, está ya gobernado por aquellos que sólo tienen algo que perder con la difusión del saber». Lo escribiera el escritor italiano o no, el pensamiento es de una palmaria lucidez. «Los artistas „afirma Folch„ sienten que pertenecen a una raza maldita cuando ven que, al final de mes, los demás congéneres tienen un sueldo, mientras ellos se preguntan con incertidumbre cuándo les llegará el fruto de su trabajo, en tanto se amontonan las facturas de los gastos del mantenimiento del taller, obligaciones con el fisco etc. Y, si tienen familia, la tragedia es aún mayor y no hay mas remedio que dejar de lado el oficio y buscar otro rentable».

La declaración de principios se podría resumir con el siguiente párrafo: «El fin de la creación de este grupo es el de reunir cuantos artistas podamos, para formar un partido político que nos serviría de instrumento para hacer cumplir nuestros derechos. Invitamos a todos los artistas del país a que se adhieran a nuestro grupo para hacer una asamblea democrática donde todos tendrán voz y voto». Creamos, que concuerda con la conjugación de Podemos, es una utopía que podría hacerse realidad, siempre que sus promotores perseveren en el esfuerzo y alcancen la organización necesaria, a pesar de moverse en un sector secularmente ajeno al gregarismo, donde el individualismo „por otra parte tan lógico en este caso„ suele prevalecer frente a cualquier supeditación asociativa. Los poderes públicos no entienden la situación de la mayoría de los creadores. No todos son Manolo Valdés o Miquel Barceló. Resulta difícil comprender que uno realice un trabajo que probablemente no le compensará el gasto ni el tiempo invertidos. Porque, pintar como profesión, ¿para qué sirve? Pregunta que flota en la pragmática sociedad materialista que nos invade.