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Sin Carlos y sin paella

Ahora sí que sí me he quedado sin concursante favorito en Top Chef. El valenciano Carlos Medina daba penita yendo con todos los repetidores al examen de repesca. ¡Con lo que él ha sido para el programa! El pan y la sal, la chispa que encendía el fuego del mal rollo, el más polémico y el más cañero. Me hizo engancharme al programa ¿y ahora qué?

Tal vez la soberbia del cocinero y mi entusiasmo nos han cegado, pero lo veía lanzado hacia la final. ¡Si ya era uno de los que hacía anuncios en la pausa publicitaria! No era suya la hamburguesa de autor de la más famosa franquicia de comida rápida, pero anunciaba un producto de limpieza, que no es poco.

Lo peor del caso es que el principio del fin de Carlos en el programa de Alberto Chicote vino por la cocina valenciana. Nada le ayudó su madre, poco aficionada a los fogones. Pero él solo se aprieta la soga cuando le piden un plato tradicional de su tierra y maltrata a la paella. Con el rollo de que trabaja en Singapur se lanza a una deconstrucción sacrílega rayana en la cochinada y sobrada de azafrán. ¡Anatema!

Malos tiempos para la paella en televisión. Si no fuera bastante con lo de Top Chef, David de Jorge también la ha liado en Robin Food con su versión de la paella. Caldo con puerros, cebolla y ajo, robot de cocina en marcha, sin garrofó a mano? En Twitter los puristas del plato de los platos se iban calentando ante tanta provocación. ¡Ni siquiera el recipiente parecía la paella canónica valenciana!

Este desvarío demuestra la necesidad imperiosa de que el Consell clarifique nuestras señas de identidad y que la Diputación de Valencia patrocine un programa de cocina autóctona como Dios y Wikipaella mandan. Amén.

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