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Sobreactuados

Asistimos, como no podía ser de otra manera, a la escenificación sobre la formación de gobierno que tiene como protagonistas a Ximo Puig y Mónica Oltra. Todos somos conscientes de que cada uno debe defender en principio sus posiciones. Ninguna puede rendir armas y bagajes al primer envite; ni se trata de eso, aunque necesariamente unos y otros deberán ceder en algo. Pero en ese proceso se corre el riesgo de llegar a una sobractuación que arruíne toda la obra.

El discurso de «primero el programa, luego las personas» ha durado apenas 48 horas „si es que ha llegado„ tras las elecciones del domingo. Ambos han decidido estirar de la cuerda por el extremo del personalismo en vez del de las ideas. Es decir, más de la vieja política que tanto detestan los adalides de la nueva política y la regeneración. Han dado lugar, así, a que salte al escenario el tercer invitado, Antonio Montiel, quien ayer consiguió atribuírse el papel de la sensatez convocando a los dos contendientes a la primera reunión con luz y taquígrafos precisamente para empezar a hablar de principios e ideas.

Mientras Joan Ribó empieza a notar como se le mueve la silla sobre la que ni siquiera se ha sentado „y ojo, que si se llega a la constitución del pleno municipal sin un acuerdo, gobernará automáticamente la lista más votada, es decir, la de Rita Barberá, tras una segunda votación„ los votantes del cambio observan desasosegados los términos del debate. Porque para este viaje no hacían falta tantas alforjas.

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