Al final no ha tenido que llegar una estrella internacional inaccesible y rodeada de guardaespaldas para que el programa de Pablo Motos alcanzase su techo histórico en términos de audiencia. La clave para conseguir reunir a tantos espectadores la tenía a mano y no lo supo hasta que el hombre español, Bertín Osborne, visitó el pisito del requenense. El cantante que protagonizó los sueños calientes de tantas amas de casa en los 80, está de moda otra vez y hoy quiero confesar que cuando supe de la existencia de un chéster en la pública, capitaneado por el macho ibérico por excelencia, no di un duro por el programa. Sumido en el prejuicio televisivo pensé que la TVE del gobierno actual confiaba en la caspa para su nuevo proyecto y reconozco que me equivoqué. No me despierta una gran simpatía el rebujito, jamoncito, flamenquito y todos los tópicos acabados en diminutivo que reinan en el sur de España y que me recuerdan al presentador del que hoy os hablo, pero es cierto que el alma de En tu casa o en la mía, es la cercanía, naturalidad y desparpajo del conductor.
El espacio tiene una factura similar a la de sus competidores en este formato, tendencia en todas las cadenas. Y a pesar de no ser un profesional del periodismo, si una cosa ha demostrado Bertín es que no hace falta ser Pepa Bueno o Risto Mejide para sacar lo mejor y lo peor de cada invitado. Porque en eso consiste el fascinante género de la entrevista, en llegar a conocer a la persona que se esconde detrás del personaje y en este sentido la prueba está más que superada. Sé que quedaría más progre decir que el programa y su presentador son lo peor pero después de ver algunas ediciones no lo pienso así y aunque si me dan a elegir prefiero Netflix, vaya por delante mi respeto a un señor que es la revelación televisiva de la temporada . Él reina en su cadena y le respalda el público soberano, así que al Bertín lo que es de Bertín