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El "ozono malo" entra en la agenda

Ecologistas en Acción, una ONG que en España ha acreditado una larga tradición de lucha y sensibilidad hacia los problemas de la contaminación atmosférica, pidió ayer a varias comunidades autónomas, incluida la valenciana, «la elaboración y puesta en práctica de planes contra el ozono» troposférico, un viejo conocido de las autoridades y de la sociedad valenciana, aunque no tanto de otras urbes y territorios como el madrileño, donde a partir de 2010 se advierte una tendencia creciente tanto en los días en los que se superan los umbrales de aviso a la población como las horas y estaciones de medida en los que se producen estas superaciones. Madrid comienza a tener problemas con el ozono troposférico que se parecen a los que la Comunidad Valenciana sufre, estudia en el CEAM y, quizá con poco entusiasmo, combate desde hace décadas.

El ozono es un gas con un gran poder oxidante que tiene efectos dañinos sobre la salud, la vegetación „tanto los cultivos agrícolas como los espacios forestales„ y sobre algunos materiales, en los que acelera fenómenos como la corrosión. Surge de reacciones químicas que se producen en la baja tropósfera„hasta 12 kilómetros de altura- a partir de otros contaminantes precursores que reaccionan a la luz solar ( fotoquímica).

El problema del ozono y de cómo reducir su presencia en la atmósfera que respiramos radica en el origen de los precursores que aportan el tráfico y actividades industriales y que se sitúan, a veces, a muchos kilómetros del lugar donde se producen las elevadas concentraciones que pueden suponer un problema de salud. En Madrid ocurre que los precursores que se generaban en esta ciudad y su entorno, y que generalmente se convertían en ozono en comunidades vecinas, han acabado por volverse contra el foco emisor bajo determinadas condiciones atmosféricas, lo que ha puesto el corrosivo gas en el punto de mira de autoridades y ecologistas.

Reducir el uso de combustibles fósiles para generar energía eléctrica y las emisiones industriales en el área de la cerámica castellonense o de l´Horta, así como el tráfico urbano en estas comarcas y en la A-7, tendría un efecto reductor sobre los «picos» de ozono que sufren los habitantes de los Serranos o el Maestrazgo en verano, pero la acción coordinada, incluso a escala europea, resulta esencial para evitar que el gas siga incrementando su presencia en la atmósfera.

jsierra@epi.es

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