La demanda de alimentos ecológicos ha venido incrementándose de manera sostenida en el mundo en los últimos 20 años. Una de las razones que explican este incremento es la percepción de los consumidores de que estos alimentos contienen mayores concentraciones de compuestos nutricionalmente deseables, y menores concentraciones de contaminantes, y consecuentemente son más saludables y seguros. ¿Es cierto?

De la extensa literatura internacional sobre esta materia, en la que se han comparado más de 450 sustancias nutricionalmente relevantes, la conclusión general sería que los alimentos ecológicos son globalmente comparables a los convencionales. La dificultad en llegar a conclusiones más precisas deriva de la gran variabilidad de productos, áreas geográficas, tipos de suelo y variedades y especies incorporados a los diferentes estudios. Sin embargo, además de lo señalado, en estudios publicados recientemente (meta-análisis donde se revisan cerca de 600 trabajos), se abren paso algunas conclusiones específicas para algunos compuestos de interés nutricional y algunos contaminantes, en tres grupos de alimentos de alto consumo: productos vegetales, carnes y lácteos.

En el caso de los productos vegetales, la concentración de polifenoles (antioxidantes) es sustancialmente más alta en los vegetales ecológicos (entre un entre un 18 y un 69 %). Distintos estudios señalan que una dieta con alto contenido en polifenoles tiene un efecto protector frente a diversas enfermedades como las neurodegenerativas, las cardiovasculares o ciertos cánceres. Por otro lado, los vegetales ecológicos contienen menos residuos de plaguicidas, menos nitratos y menos cadmio (un metal tóxico presente en cereales), y en este sentido serían más seguros. La mayor concentración de polifenoles se vincula con el tipo de gestión y fertilización del suelo que se realiza en la agricultura ecológica, que prima el uso del estiércol y el compost sobre los fertilizantes químicos, que también contribuyen a la contaminación con cadmio y nitratos.

Con respecto a las carnes se afianza la evidencia de que las carnes ecológicas contienen un perfil de ácidos grasos mucho más saludable que las carnes convencionales. En concreto la carne ecológica tiene mayores concentraciones (más del 20 % en promedio) de ácidos grasos poliinsaturados (pufa) que la carne convencional. Los pufa encontrados en la carne se considera que reducen el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Este perfil favorable de los ácidos grasos se vincula con una dieta de la ganadería ecológica con alto contenido en pasto y forraje. Similares conclusiones respecto al perfil nutricionalmente más deseable de ácidos grasos se ha obtenido respecto a la leche ecológica.

También se constata que no existen diferencias en la contaminación microbiológica de la carne de pollo o cerdo de producción ecológica y convencional. Sin embargo, el riesgo de aislar una bacteria resistente a más de tres antibióticos fue superior (33 %) en carne de pollo y cerdo convencional que en la ecológica, lo que apunta a un menor uso de antibióticos en la producción ecológica de estas carnes.

El conocimiento disponible, por tanto, muestra que la respuesta a la pregunta que titula este artículo es afirmativa para distintas sustancias relevantes. Además de las ventajas medioambientales, introducir alimentos ecológicos en la dieta parece una decisión acertada para la salud, como también lo es el apoyo a estos alimentos que la Conselleria de Agricultura, Medio Ambiente, Cambio Climático y Desarrollo Rural acaba de lanzar a través de su Pla Valencià de la Producció Ecológica 2016-2020. Sin embargo, sean alimentos ecológicos o convencionales, recordemos también que una dieta sana debe ser variada y equilibrada, con predominio de alimentos vegetales (cereales, legumbres, frutas y verduras) y reducción del consumo de grasas, dulces y bebidas azucaradas.