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¡Alerta! robots a la vista

He de reconocer que los robots siempre me han inquietado. No soy un gran amante de las películas de ciencia ficción, pero por lo que he podido ver en ellas, las utilidades que se han dado siempre a los autómatas han tenido su punto de perversidad. Consigo recordar a «María Diseño», de la película de Fritz Lang «Metrópolis», una robot muy sexi creada para arrastrar a los líderes sindicales hacia una revuelta imposible y ser duramente reprimidos.

También me viene a la cabeza el RP-209 de la película «RoboCop», encargado de hacer cumplir la ley para detener la ola de crímenes que se había desatado. O los perversos T800 y, posteriormente, los T1000, que aparecían en la saga «Terminator», llegados desde el futuro con el único empeño de matar a la madre del que estaba destinado a ser líder de la resistencia.

No puedo hablar mucho de R2-D2 o C-3PO, probablemente los más empáticos, porque nunca he conseguido acabar ninguna película de la saga de la «Guerra de las Galaxias».

En resumen, de mi periplo cinematográfico no he podido sacar conclusiones medianamente positivas sobre los androides.

Por lo que respecta a la vida real, solo puedo comentar que he tenido muy pocas experiencias. Una de ellas en una de las primeras fábricas de automóviles en España que incorporó robots en toda la cadena de producción. La inquitud que me produjo ver el escaso personal de carne y hueso empleado en las interminables naves la consiguió amortiguar uno de los autómatas que, además de insertar correctamente las piezas en la carrocería, si le ponían un bolígrafo en su pinza metálica, era capaz de pintar un corazón.

Sin embargo, esa inquietud se ha vuelto a apoderar de mí esta pasada semana al enterarme de que la multinacional taiwanesa Foxconn va a reemplazar en su planta china de Kunshan „trabaja para Apple y Samsung„ a 60.000 empleados por robots. Y esto es solo el prolegómeno, ya que hay otras seiscientas grandes fábricas asiáticas esperando en la línea de salida para sustituir parte de su personal por autómatas.

Y por si fuera poco me he enterado de que en España, aquí mismo, ya se comercializan por cerca de 50.000 euros unos robots capaces de hacer «trabajos finos». Que se preparen, por ejemplo, los trabajadores de las joyerías. Ni sueldo, ni Seguridad Social y libre disponibilidad las 24 horas del día durante los 365 días del año.

Ahora solo falta idear el robot que cotice. Lo agradecerían los actuales pensionistas y los que algún día, si llega, esperamos poder cobrar una remuneración por la jubilación.

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