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Taula de canvis

R. Ventura-Melià

Tesoros ocultos

Leo que más de treinta años después, unas ruinas romanas junto al palacio de los Borja (actualmente sede de Les Corts) plantean todavía un problema. Será un edificio, una plaza porticada, se enterrarán? En Valencia estos temas se enredan y se eternizan, y no hay un tratamiento unitario y acorde.

La derecha se empecinaba en que los restos del palacio real del último rey moro en el Real, se dejara al descubierto y la izquierda le dio en este caos por primar el acceso a la avenida de Blasco Ibáñez y «conservarlas y cubrirlas» luego de excavarlas y estudiarlas. Entonces constituyó sorpresa para algunos que se encontraran. En una exposición muy posterior vi un plano que venía de una biblioteca de París donde se detallaba este complejo residencial tan antiguo destruido en los albores del siglo XIX.

La solución que impuso el arzobispo de Valencia de la época para las ruinas romanas y musulmanas de la plaza de la Almoina, fue costosa, no acaba de encajar en el entorno y además produce varios problemas, que una vez más han de ser encarados con urgencia. Y no será la última por lo que leído.

El templo romano encontrado en la plaza del marqués de Busianos, cuando iban a construir un aparcamiento, sobre ser una pieza relevante y única, fue enterrado y que se sepa no es visitable, primó el interés privado. Aquí la Administración del PP se contradijo a sí misma en sus argumentos, una cosa era estar en la oposición y otra en el ayuntamiento.

Pero hay otras asignaturas pendientes que no sé si un día se plantearán. Nada más llegar al poder, UV y PP se proponían hacer un aparcamiento en la plaza (entonces del País Valenciano y a poco del Ayuntamiento). Hubo varios planes y mucha polémica y se dejó estar. Con ocasión de estas discusiones fueron muchos los que se preguntaban qué quedaría debajo de la plaza que diseñó Goërlich y que desmantelaron luego de la riada llevándose la tarta por diversos barrios de Valencia. Alguno ha fantaseado con su reconstrucción, dado que es absurdo mantener una plaza solamente para hacer una falla y mascletaes.

Su remodelación plantearía otros problemas subyacentes y no menos interesantes, dado que los restos del antiguo convento de San Francisco están ahí y también los restos de la villa del rey moro, que tras la conquista de Valencia se mantuvo, y que sería bastante espectacular y que durante dos siglos quedaba fuera del recinto amurallado. Para los arqueólogos ésta sí que sería una fiesta y habría mucho trabajo, pero las obras „las que fueran„ se retrasarían, como suele suceder y los vecinos acabarían hartos. Me temo que no hay quien se atreva a abordar algo tan complejo que implica obras y tesoros, vestigios de varios siglos inapreciables. Esta Valencia desaparecida está en el subsuelo a pocos metros bajo tierra, eso sí, hay asfalto encima. Es como un buque sumergido o varado, del que hay en un caso fotos y en el otro documentación fehaciente.

Pero Valencia, que enterró a toda prisa los restos de su fundación romana en la plaza de la Virgen bajo un metro de cemento, a petición urgente de un arzobispo, para que las obras se hicieran deprisa y la liturgia marianista tuviera su espacio, no parece lamentar algo tan grave, que permitió el poder genuflexo de finales del franquismo. Lo nuestro es enterrar los tesoros y los vestigios históricos.

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