Síguenos en redes sociales:

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La larga serie de "Mare de Déu trobades"

Son bastantes, por no decir numerosas, en el territorio valenciano las imágenes de la Virgen María que, según piadosas tradiciones, se les atribuye un origen mistérico al haber sido halladas bajo tierra, ocultas bajo campanas, en huecos de los árboles, en parajes singulares, y, por lo general por animales de labranza o humildes labradores.

En algunos casos, fueron imágenes de la Virgen que veneraban las primitivas comunidades cristianas preislámicas, que hubo de ocultar con la invasión y dominación musulmana, especialmente con las oleadas de muslimes radicales de los siglos XII y XIII. Otras las trajeron los reconquistadores cristianos que llegaron con Jaime I y después, para que la nueva religión compitiera bien con la de fe mahometana. Se trataba de intentar sustituir una creencia religiosa por otra, así como una cultura por la distinta.

Todas las imágenes marianas «trobades» fueron en sus orígenes románicas o visigóticas y góticas, nunca barrocas. Las románicas sentadas siempre sobre sillón majestuoso de madera, en alusión a la Virgen como Trono de la Sabiduría, con el Niño Jesús sentado centrado sobre las rodillas. De posición hierática y rostro austero. Con el tiempo, el barroquismo valenciano iría modificando estas imágenes, no pocas veces a lo bestia, convirtiéndolas en imágenes barrocas y recargadas de velos, mantos, túnicas, pelucas, de todo.

El 8 de septiembre es el día por excelencia que en la mayoría de pueblos con este tipo de imágenes le dedican solemnes fiestas. Hay casos especiales, como la de El Puig que le reserva un total de 18 días, un poco más que a San Roque que les ocupa todo el mes de agosto. La de El Puig fue la primera y principal patrona del reino cristianizado por el monarca aragonés, quien se sintió favorecido por ella en la larga campaña de asedio a Valencia. Aquí hasta la alcaldesa socialista grita el «Vixca la Mare de Déu del Puig», un vitol a la seña de identidad religiosa patria.

Gaspar de la Figuera, de Olocau del Rey, fue uno de los primeros historiadores de estas vírgenes. En su tiempo catalogó hasta 31 «marededeutrobades» valencianas, pero vienen a ser unas doscientas. Entre ellas, Nuestra Señora de Aguas Vivas, de Carcaixent; Nuestra Señora de Sales, de Sueca; la Virgen de Gracia de Énova, la «Mare de Déu Pobra», de Xaló; Nuestra Señora del Lledó, de Castelló; la Virgen de la Misericordia, de Burriana, la Mare de Déu de Campanar, la Mare de Déu de Albuixech, la Mare de Déu del Patrocini, de Foyos; la Virgen de Montiel, de Benaguasil, Verge del Rebollet, de Oliva; Virgen de la Consolación, de Corcolilla-Alpuente, ? aunque no todas fueron halladas en los fervores de la repoblación cristiana, sino más tarde, sobre los siglos XVI y XVII.

Mito e historia se entremezclan en la gran cantidad de estas historias marianas. La propia imagen de la Virgen de los Desamparados, siglo XV, tuvo su leyenda, «la feren els angels», y lo cierto es que de su talla histórica no sabemos nada, ni quien la hizo, ni donde, ni cuánto costó. En mi parecer se ocultó todos estos datos para que la gente creyera en serio que el origen de la imagen era divino.

En la actualidad, en algunos pueblos se hacen representaciones teatrales populares y callejeras de la llegada de la Virgen al pueblo o de su hallazgo que rememoran la tradición del acontecimiento, como es el caso de la Virgen de Aguas Vivas de Carcaixent o la Virgen del Oreto de l´Alcudia. Y las vírgenes a las que no se dotó de carta de naturaleza mistérica fueron regaladas por héroes conquistadores o monarcas, como el caso de Jaime I en Alcublas o El Cid en Almenara. Donadas fueron tallas como las Vírgenes de la Huerta, de Ademuz, o la del Remedio de Albaida; la Virgen de Gracia en Simat.

Son estas pequeñas historias, esquejes de la gran historia de religiosidad popular, cultural y social de los valencianos, señas de identidad de nuestros pueblos, que les hace sentirse vivos receptores y portadores de ancestrales tradiciones, que sabidas muchas veces leyendas, aprecia, valora y respeta, incluso contra arrollamientos despiadados de dogmáticos historiadores. Es su fe, la fe de un pueblo.

Esta es una noticia premium. Si eres suscriptor pincha aquí.

Si quieres continuar leyendo hazte suscriptor desde aquí y descubre nuestras tarifas.