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Hablemos del respeto

Me da igual que los futbolistas besen o no el escudo el día de su presentación. Me encanta, como diría Mario Vaquerizo, que los jugadores derrochen ilusión y entusiasmo como si fueran niños ante el primer día de clase. Me gusta, por qué no, que vistan a sus retoños con la camiseta oficial y compartan esos momentos de felicidad. Me divierte, aunque tenga algo de postureo, el nuevo valencianismo sin límite de Tamara Gorro, que Siqueira equipe a sus peques para ir al cole con ropa de calle del Valencia y que Anuar, el hermanito de Munir, grite: ¡Amunt Valencia!. Sí, todo eso está muy bien. Pero lo verdaderamente importante, y sé que coincidirán conmigo, es que todos ellos respeten el escudo y sepan que forman parte de un club grande. Sí, grande. La posición en la tabla, aunque obliga a remar contracorriente, es mera anécdota. La Liga, como ha recordado Pako a los jugadores estos últimos días, empieza el domingo. El discurso de Simeone de ir partido a partido es lo que prima. Sin embargo, y ahí mi queja, es la Liga quien no respeta al Valencia. Sólo echar un vistazo a los horarios que ya se conocen son para ponerse a temblar. O derretirse. ¿Cómo se puede fijar, en este asfixiante septiembre, un partido en Mestalla a las cuatro de la tarde? Me da que Tebas ha escuchado tantas veces que Mestalla es una olla a presión que quiere ver cómo hierve. Si las temperaturas no se suavizan... ojo.

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