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Ola de calor

Había tantas mariposas en mi olivar de Viver que me sentía un Nabokov bajito y de Sueca. Llegué al mediodía antes de que empezase a rodar la ola de calor que anuncia el Telediario. El camino de acceso ha desaparecido entre zarzas, flores y espinos. La maleza ocultaría a un tigre de tamaño regular pero, a pesar del descuido, los olivos están cuajados de racimos de fruta menuda. Lo mismo que las cuatro parras. Las hojas de las higueras relucen como las botas de un recluta compareciente en el despacho del coronel. Esto no puede seguir así: pasado el mediodía, a la hora en que se aconseja reducir la actividad, organizada mi comida frugal y mis lecturas abundantes, con la hamaca en la sombra, tomo la azada y las tijeras de podar.

Dos horas después y tras muchas brazadas de maleza removida o cortada, el camino vuelve a serlo. Saldré por él más tarde. El calor ha silenciado a los pajarillos. No hay águilas en el cielo; los abejarucos, están por llegar. En un campo vecino, las amapolas desafían a las espigas: llevan miles de generaciones acoplándose a nuestro afanes, también a nuestros venenos (¡se nos parecen!). En infusión, la amapola, tranquiliza. Me he cruzado con un lagarto de color incierto cuando venía de Altura. Abro el terciopelo verde en el que granan las almendras que son, ahora, un gota demorada, un jugo cautivo, una agüilla que se endulza. La nieve de este invierno hincha y redondea las ciruelas y los albaricoques.

Menos mal que no traje vino: se hubiera calentado. Uno de los sarmientos ha tomado las ramas del pino próximo como palanca promocional y se enfila por ellas muy por encima del suelo. Ya dice el Panchatantra, que es el abuelo indio de Decamerón, que los reyes, los políticos «rara vez eligen sus ministros entre las mejores criaturas. La que se halla más cerca se convierte en favorita, un poco como la parra que se adhiere al árbol más cercano». En la tele, el pronóstico del tiempo se aplaza tanto y se alarga de tal modo que se oye un reniego al fondo del bar: «Para cuando terminen de anunciar la ola de calor, ya habrá llegado».

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