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Listas de espera en Sanidad

Hace unos días Levante-EMV publicaba que las demoras para las intervenciones de prótesis se habían alargado un 30 % (de 100 a 130 días) y los pacientes pendientes de estas intervenciones habían aumentado un 50 %. Al tiempo de esa publicación sufría una experiencia personal donde conseguir, por internet, cita con mi médico de cabecera, se demoró una semana, pero cuando acudí a la cita, tras una espera de 45 minutos, el médico que la atendía nos anunció que se tenía que ir a una Urgencia y que no sabía cuándo volvería. Tras una hora más de espera, mis obligaciones, programadas según las previsiones iniciales de la cita, me llevaron a ausentarme y solicitar una nueva cita, que ya fue para dos semanas después, ya que rechace, por inconveniente, la que me asignaban en 6 semanas. Está claro que las exhibiciones de buena gestión de la actual Conselleria de Sanitat Universal son propaganda y que, como también refería el artículo sobre la anterior administración, existe la realidad oculta que muestra que las listas de espera son mayores y, en algunos casos, las demoras se han triplicado. Tenemos un arma arrojadiza entre políticos que no saben resolver.

Las lista de espera son un factor necesario para la planificación de la actividad sanitaria (la respuesta inmediata son las urgencias); permiten ordenar la asistencia, conseguir un mejor rendimiento de los recursos, completar procedimientos diagnósticos y reflexionar, profesionales y pacientes, sobre la conveniencia de las intervenciones o la existencia de alternativas terapéuticas iguales o mejores. Lo que resulta inaceptable es que una consulta a un médico de cabecera, o a un especialista pueda demorarse más de una semana, o una intervención quirúrgica no urgente más de dos meses y, como vemos esto está ocurriendo con mucha mayor extensión, lo que repercute en los servicios de Urgencia que están sobresaturados.

La solución a este problema es compleja pues aunque un incremento continuado de recursos suele ser imprescindible, no siempre funciona, y hemos visto como un aumento de un 30 % de la disponibilidad de quirófanos se ha acompañado de un crecimiento de las demoras del 300 %. Los «autoconciertos» (horas extra) están repletos de picaresca, si sirven para demostrar la baja eficiencia de la programación habitual, y el «plan de choque» no debiera existir de forma continuada si la planificación y gestión sanitaria fueran inteligentes.

En la solución, la educación y la información a los pacientes es esencial pues en ocasiones las demandas de asistencia médica y quirúrgica responden más a intereses o a consejos no profesionales que a situaciones clínicas que lo requieran, en el entorno de gratuidad de nuestro sistema.

La ordenación de la actividad profesional sobre la evidencia científica, evitando otras influencias, liturgias heredadas o intereses externos, es imprescindible, pues la eficiencia en el uso de los recursos es básica para la sostenibilidad de nuestra Sanidad Publica. Otros comportamientos quedan en la práctica médica defensiva o comercial.

Evidentemente todo tiene que estar presidido en el buen hacer de nuestros dirigentes, que siguen comportándose sin conciencia de futuro, sin considerar la transcendencia, social y personal de sus decisiones, encasillados en comportamientos mezquinos, derivados de su transitoriedad en el poder, buscando aprovechar este, de forma precipitada, en beneficio propio, de correligionarios y amigos. La torpeza preside sus acciones, la corrupción, ahora disimulada, se evidenciará después.

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