Dado que la población infantil y juvenil que llena las aulas es básicamente un público que consume a diario productos audiovisuales no está de más que, transcurridos unas semanas del inicio del curso escolar, se preste atención a la necesidad de coeducar la mirada. No cabe otra, sobre todo cuando se sabe que la identidad es una construcción determinada por los discursos sociales a los que están expuestas las personas (valores, estereotipos, roles de género). En este sentido la mayoría de los relatos y las narrativas pasan por las imágenes que se diseñan para el consumo masivo de un público que no ha recibido alfabetización audiovisual y que, por ello mismo, resulta más fácil de manipular. De ahí que la labor educativa no pueda obviar la función de los medios audiovisuales como tecnologías sociales que tienden a naturalizar lo que no es más que el resultado de una compleja construcción social. Para entender la dimensión de este fenómeno hay que recordar que los medios de comunicación de masas se han convertido en una red que envuelve todo el planeta, donde se promueve una suerte de unidimensionalidad satisfecha (Marcuse) y de razón cínica (Sloterdijk).

Debido a esto, en los mass-media omnipresentes, el imaginario audiovisual suele representar estereotipos que ahondan más que liman la brecha de género. De este modo lo cotidiano y las relaciones reales se interpretan a través de ese planteamiento iconógrafíco colectivo donde de manera sutil la desigualdad entre los sexos todavía hace mella. No se trata sólo de la publicidad, sino también de la televisión, las revistas, los videojuegos y el cine. Ya no cabe una imagen idealizada de la feminidad doméstica como cuando antaño era el «ángel del hogar», sin embargo todavía algunos productos audiovisuales dan cuenta de ello como referente a seguir. Ya no es admisible la dependencia económica y la subordinación emocional de la mujer al varón, pero aún se promociona en ciertos programas televisivos que se consumen acríticamente a modo de entretenimiento. Es un hecho manifiesto y no queda más que rendirse a la evidencia y proponer una coeducación audiovisual que desmonte las inercias de género .

Por este motivo la alfabetización audiovisual debe tener su hueco en la escuela. En esa dirección existen ya varias propuestas didácticas que son de fácil acceso y que sería bueno conocer. La variedad es mucha: cortometrajes, webs y documentales interactivos. Para muestra sirvan algunos ejemplos. En primer lugar, los cinco cortometrajes «Encuentra el Verdadero Amor » dirigidos y producidos por la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (CIMA), que sirven para trabajar diferentes vertientes de la violencia de género en la adolescencia. Están protagonizados por jóvenes y su visionado se complementa con una guía didáctica con la que se les enseña a detectar las primeras señales de maltrato y a saber qué hacer en una situación de violencia de género. Es un recurso de fácil uso con el que se consigue coeducar la mirada y desmontar determinadas creencias y costumbres sexistas.

En segundo lugar, cabe destacar una web que recibe su iniciativa de las facultades de Bellas Artes de la UPV y de la de Ciencias Sociales de la UV : http://www.allombradeunlleo.es. Se trata de un proyecto interdisciplinar que trata de visibilizar el papel de las mujeres como sujetos en la historia del arte y del pensamiento. El reconocimiento de la labor activa de las mujeres en la cultura es una forma más de coeducar la mirada y mostrar aquello que no se ve porque se ha borrado de los libros de textos y del discurso hegemónico de la historia. Finalmente, otro producto audiovisual que ha tenido muy buena acogida y se ha revelado muy interesante en la construcción de la imagen de las mujeres en los productos culturales, son los llamados documentales interactivos. En esta categoría el caso de «Las Sinsombrero» merece consideración a parte. Por ese nombre se conoce a un grupo de mujeres, pensadoras y artistas, que pertenecieron a la generación del 27, como fueron María Vallo, María Zambrano, Margarita Manso, María Teresa León o Rosa Chacel. Su avatares vitales y culturales se reflejan en el documental interactivo que produjo RTVE en 2015 y que puede consultarse en http://www.rtve.es/lassinsombrero/es. En él se documenta la realidad con los medios propios de representación de los documentales convencionales y con otros nuevos como son diversas modalidades de navegación y de interacción. De esta manera en internet se presenta a mujeres como sujetos de visión y no como sujetos de espectáculo. Lo esencial es que explorar y participar son dos actividades con las que este documental interactivo ayuda a recuperar la memoria histórica y a promover otra imagen fílmica de las mujeres .

A pesar del enorme alcance de los relatos audiovisuales y de su capacidad para influir en la construcción de las identidades sociales, cabe un resquicio esperanzador para abordar otra mirada de corte coeducativo. Nadie dice que sea fácil pero la dificultad no exime de responsabilidad a los centros educativos. Los materiales didácticos citados son solo unos cuantos y cada vez se crean más. Están ahí para que recojamos el testigo y los llevemos a las aulas porque en muchas ocasiones quienes las llenan no tienen más oportunidad de verlos y conocerlos si no es en ellas. De ahí que la alfabetización audiovisual sea más determinante de lo que habitualmente se cree y de ahí también que quede directamente vinculada a cuestiones escolares y de género.