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El pasado fin de semana no llovió en Edimburgo pero «va fer més fred que en Teruel», que dirían en mi casa. No sólo por ello, el viernes por la noche aquel bar estaba lleno de gente sosteniendo pintas de cerveza y hablando a voces. Al que no haya ido nunca a un bar de Edimburgo, le pueden llamar la atención varias cosas. Por ejemplo, la gran cantidad de mujeres en edad de tener un hijo de Erasmus bebiendo pintas y gintonics, algo que en España aún es bastante difícil de ver. O la gran cantidad de abueletes bebedores, lo suficientemente encorvados y bien vestidos para que por aquí los tacháramos de extravagantes. Y lo dicho, mucha cerveza, bastante más que whisky pese a la gran variedad de marcas que se exhiben en la vitrina. Al parecer, los escoceses se guardan la bebida nacional para los días especiales. Así pues, poco whisky, salvo el de algún turista que haya hecho caso a la Lonely Planet, se acabe de zampar un «haggis» bien intensito e intente volverse pelirrojo pimplándose lo que también le haya dicho la Lonely Planet que ha de pimplarse.

En una esquina del bar había una televisión encendida a la que nadie hacía caso. Se diría que a esas horas, y con el local repleto, la tele no tiene más función que la de una estufa de inútil calor catódico o de cuadro viviente fuera de contexto entre pinturas con motivos locales y borrachuzos. En la pantalla se veía un lugar últimamente bastante familiar, la plaza de Sant Jaume de Barcelona, donde una periodista de la BBC estaba explicando el asunto. Que si 155, que si declaración de independencia... Sólo nosotros echábamos de vez en cuando un vistazo a ese rincón del bar, e íbamos adivinando la información por los subtítulos. Los escoceses, mientras tanto, a lo suyo. Pim plam, pim plam, venga a libar y a hablar en voz alta. Sólo un señor al que le caía el pelo blanco por los lados como una cascada en una foto de paisaje cursi, nos preguntó si éramos españoles y nos dijo que últimamente estábamos saliendo mucho por la BBC. Nosotros le recordamos que hace tres años eran ellos los que salían mucho por la tele por circunstancias bastante parecidas. El hombre asintió, sonrió y nos aseguró que lo de allí aún no había terminado. «Y, de momento, lo estamos llevando mejor», señaló mientras en la pantalla un imbécil le daba un puñetazo a un particular frente a los estudios de Catalunya Ràdio.

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