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Embudo de Europa

El Corredor Mediterráneo está todo en marcha, pero en Cataluña está acabado y al Sur de Tarragona, en mantillas. Será que, como afirma Federico Félix, «los valencianos no pintamos una mierda» y nos ignoran en infraestructuras, en financiación y en lo que se tercie. Otros aprietan y maman.

Hay entre las localidades almerienses de Vera y Sorbas un tramo de 27 kilómetros de vía de tren alta velocidad que costó 750 millones de euros y que incluye un doble túnel de siete kilómetros. El Ministerio de Fomento tuvo que tapiar el subterráneo por sus cuatro bocas en 2014 para evitar que se convirtiera en una especie de refugio para todo el que no tuviera un techo en la comarca, algo parecido al Área 51 habilitada en el desierto de Nevada (EEUU) para que un selecto grupo de humanos y mascotas sobreviva a una apocalipsis nuclear o de procedencia espacial.

Debe ser a una situación como esta a la que se refiere el Tribunal de Cuentas europeo en su reciente informe sobre el desarrollo de las infraestructuras ferroviarias avanzadas. Subraya este organismo (y lo hace demasiado tarde, por cierto) que una cantidad ingente de fondos de la Unión se ha dedicado a sufragar redes de ferrocarril de alta velocidad cuyo trazado y función no atienden más que al impulso de políticos locales, regionales o nacionales que han logrado influir lo suficiente, y que en muchas ocasiones no hay redes que comuniquen el continente de forma eficaz, sino tramos inconexos que van de ningún sitio a ninguna parte, como el túnel de Almería, una provincia a la que el AVE no llegará hasta 2020 por lo menos.

Los vecinos de Murcia reclaman desde que se formuló el proyecto de tren de alta velocidad Madrid-Cuenca-Albacete-Alicante-Murcia-Almería que el ferrocarril llegue a su ciudad en subterráneo, de forma que no se genere desde el principio un cinturón de hierro que divida barrios. Es precisamente un problema urbanístico que se está resolviendo en muchas ciudades (entre ellas València, aunque a su ritmo, sin prisas) y que no tiene sentido que se provoque en una infraestructura nueva. Así, Fomento racanea túneles donde hacen falta y los construye donde no serán necesarios hasta dentro de seis años, por lo menos. Es lo que se llama planificación a la española.

Pero eso no siempre se hace así de mal. Hay proyectos en los que la Administración funciona como un reloj suizo. El chequeo que la plataforma empresarial Quiero Corredor acaba de practicar al estado de las obras de los 14 tramos en los que se divide la infraestructura entre Algeciras y la frontera francesa desvela que la doble plataforma para mercancías y pasajeros con la que sueña este movimiento está casi totalmente acabada en Cataluña, y absolutamente en pañales al Sur de Tarragona.

Federico Félix, el empresario valenciano que llama a las cosas por su nombre en estas citas empresariales y en las reuniones sectoriales con las distintas administraciones, asegura que cosas así suceden «porque los valencianos no pintamos una mierda». El miércoles, en la presentación de las conclusiones del chequeo a las obras del corredor, Félix, que lleva media vida peleando por unas infraestructuras adecuadas a las necesidades de una economía productiva y exportadora como es la valenciana, y por extensión la del litoral mediterráneo, se preguntaba qué han hecho mal la industria cerámica de Castellón, o la horticultura de Valencia, Murcia y Almería, o el sector turístico de la costa para merecer la indiferencia y el maltrato de la Administración del Estado en lo relativo a las conexiones ferroviarias.

De Almería, de la tierra de los invernaderos, salen cada día 5.000 camiones cargados con productos frescos con destino a los mercados europeos, y circulan por unas carreteras cada vez más congestionadas y cuestionadas por su impacto ambiental. El ferrocarril es el medio señalado en toda Europa como ideal para el transporte colectivo y de mercancías, pero hasta 2023, en el mejor de los casos, no será posible que un tren circule entre Algeciras y la frontera francesa sobre raíles de ancho internacional sin interrupción, y ello solo se producirá gracias al parche provisional del tercer hilo entre los dos de ancho ibérico instalado o en fase de despliegue en tramos andaluces y entre València y Castelló.

Con razón asegura el presidente de la Asociación Valenciana de Empresarios (AVE), Vicente Boluda, que «el Corredor está todo en marcha, pero le falta mayor empuje». Y puede que una reprogramación. De todas las fechas previstas para conclusión de obras por tramos, la más tardía, para 2025, es precisamente la que atañe al túnel pasante bajo la ciudad de València. El paso subterráneo del Cabanyal soporta ya un volumen de tráfico próximo a la saturación, y cabe suponer que la mejora de la infraestructura lleve aparejado un incremento de los servicios. Así las cosas, el túnel de València proyectado bajo las grandes vías de Germanías y Marqués del Turia llegará el último a la cita pese a su posición central en el Corredor y la ciudad será un embudo ferroviario como durante décadas lo fue también como «semáforo de Europa» por la falta de una autovía de circunvalación. Como las malas noticias nunca vienen solas, lo que faltaba era que la Comisión Europea rechazara incluir el ramal ferroviario València-Teruel-Zaragoza en su mapa de redes prioritarias, y dejara también fuera el València-Madrid que continúa hasta el puerto portugués de Sines, en el itinerario más corto entre el Atlántico y el Mediterráneo, útil hasta para casos estratégicos o de emergencia.

Es desesperante chocar contra un muro una y otra vez, en el Corredor, en el ramal a Zaragoza, en la financiación autonómica... Debe ser que, como dice Federico Félix, los valencianos no pintamos una mierda mientras otros se apartan 500 milloncejos de nada a cambio de unos votos; o una rebaja sustancial del transporte aéreo entre península e islas a cambio de apoyos políticos; o todo lo que uno pida por esa boquita porque si no me independizo.

Entre tanto desaire, el ministro de Fomento, José Luis Ábalos, le ha asegurado al presidente Ximo Puig que el nuevo coordinador del proyecto del corredor mediterráneo será valenciano. Claro, que también ha anunciado una comisión para analizar el fin del peaje en la AP-7 para 2019. ¿Una comisión? ¿Pero no se quitaban cabinas y barreras y ya está? ¿No han sido suficientes ya más de 40 años pagando una infraestructura que ha gravado a la economía y el turismo? Otra faena no, por favor.

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