Si me guardan un secreto, hoy hubiera pagado por no escribir. Algún navegante asocia el periodismo con la facilidad de interpretar situaciones y emociones. Tomar como eje central la expansión del virus y sus consecuencias es el repiqueteo de cada día. El mundo se ha convertido en frágil burbuja que cualquiera puede pinchar. No hay escudo ni protección que valgan. Somos vulnerables. Si me permiten la confidencia, en febrero perdí a mi madre. Se fue tranquila y serena. Mi mejor lectora era precisa y puntual.

Confidencia

Estoy contento y agradecido. Vivió a su manera los 107 años cumplidos por Navidad. Pasó del ser al no ser un mes antes de que todo se volviera del revés. Como si supiera lo que venía. Para ella incomprensible. Cada semana recogía sin falta mis artículos en papel. Hasta el último de enero. Me los entregaba como un trofeo que cazaba al vuelo. Hubiera sufrido en esta situación de enclaustramiento, que vivimos, sin poder ver a su familia. Fue oportuna hasta en su adiós repentino y sosegado. Corríamos el peligro de que este virus traidor se la hubiera llevado de mala manera. Como está sucediendo a diario con tantos otros ancianos. Sin una despedida normal. No es justo.

Un siglo duro

Mi madre conoció y superó la monarquía de Alfonso XIII, las dos guerras mundiales, la pandemia de gripe de 1918. Que se conoció como «la española», cuando se propagó desde Estados Unidos. Vivió la Dictadura de Primo de Rivera, la guerra civil que vivió con dureza, la Dictadura franquista en la posguerra, los racionamientos y el estraperlo -omnipresente corrupción- que había inventado el presidente republicano Alejandro Lerroux. La reposición monárquica de Juan Carlos I que abdicó en Felipe VI. La Transición a la democracia, la Constitución del 78, el golpe de Estado del 23-F , la larga noche de ETA y la insurgencia de Catalunya.

Mordaza

Por unas semanas se adelantó a la propagación contagiosa del coronavirus. Del que desconocemos el antídoto, la medicación y la vacuna. El mundo se dejó sorprender y la confinación de los valencianos en sus casas pilló a las comisiones falleras con sus carpas y monumentos a medio plantar. El tótem será el caramull de falla del Ayuntamiento con su figura principal amordazada por la mascarilla antiviral. Un simbolismo. El silencio y la mordaza son la condición y la norma. Nunca en la historia de la democracia española se han adoptado decisiones tan drásticas para restringir la libertad de los ciudadanos. Ni se ha sentido la inseguridad indiscriminada en forma de amenaza omnipresente.

Saber hacer

Sólo se puede afrontar esta crisis con organizaciones e instituciones sólidas, capaces de levantar el mundo - al modo de Arquímedes- con palanca, un punto de apoyo y mucha energía. Manuel Ibáñez Escofet decía que «cuando necesitamos políticos con sello de urgencia, estamos rodeados de aprendices de mesías y de medio oficiales de profeta». Esto vale para quienes gobiernan y ofenden al personal sanitario, precisamente en estas jornadas de zozobra. También para la oposición que no sabe estar ante la difícil salida del atolladero. Ni la consellera de Sanitat, Ana Barceló, con sus apreciaciones gratuitas sobre los médicos o el abuso en los fármacos, ni la portavoz del PP en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, con sus envenenadas verdades a medias, contribuyen al esfuerzo común. El único posible y aceptable. VOX aparte. La oposición de derechas ventea la reconquista del poder. No es el momento. Los socios del gobierno ensayan pasos de baile tácticos para conseguir sus objetivos. La suspensión confiscatoria de alquileres, la requisa de industrias, la nacionalización de empresas o el aislamiento catalán o vasco del territorio español. Toda ocasión es buena.

Unidad

Nuestras madres y abuelas -buenas lectoras- sabían que la patria está donde se vive bien. Ahora la patria de nuestros antecesores peligra y está en cuarentena. Con las fuerzas y los recursos estrictos de la sociedad valenciana, gallega, madrileña, catalana o vasca, no se sale del hoyo. Hay que mirar al paraguas europeo. Ejemplar y reconfortante la «Carta a los españoles» del presidente a los del Consejo Europeo, Charles Michel, con una terminología directa y activista. Con alusiones directas a la España: resiliente, determinada y unida. Para la que no se escatimarán esfuerzos. «La UE hará uso de todas las armas de su arsenal para protegerlos y preservar sus medios de vida». Que las declaraciones se cumplan con hechos. Junto a la voluntad arriesgada de Michel, están las reticencias torpes de Alemania y Holanda. La Europa unida de los 27 se salvará en su conjunto o se descompondrá. Si cada país piensa solamente en lo suyo, no hay Unión Europea. Ya seriamente amenazada por el Brexit y el gato de Boris Johnson. Es la hora de la verdad. Dentro o fuera.