En una época en la que las mujeres se alzan en contra de la violencia y el abuso, leer de nuevo el trabajo de Simone de Beauvoir es más que nunca un ejercicio necesario.

Nacida hace 113 años, el 9 de enero de 1908, Simone de Beauvoir fue una importante escritora y filósofa existencialista que marcó la filosofía del siglo XX con su análisis de la condición de la mujer.

Transformó la comprensión del mundo de la opresión de las mujeres en su estudio 'The Second Sex', publicado en 1949. Este libro se convirtió en un tratado fundamental del feminismo contemporáneo, pero también atrajo críticas violentas. En esta obra, De Beauvoir convirtió el mantra existencialista que "la existencia precede a la esencia" en una feminista: "uno no nace, sino que se convierte en mujer". Sostuvo que la relación entre mujeres y hombres es una construcción social y que la fuente fundamental de la opresión de las mujeres es precisamente esta construcción social y también histórica. Este libro y las ideas de De Beauvoir marcaron la lucha de las mujeres en la década de 1970.

También fue autora de novelas como 'She Came to Stay', 'The Mandarins', o ensayos como 'Pyrrhus et Cinéas' o 'The Ethics of Ambiguity'. Simone de Beauvoir nos mostró el poder de la filosofía para cambiar el mundo, dándonos la lucidez para hacer las preguntas correctas, y la convicción de defender la dignidad humana.

Centrando las bases, debiera tratarse la violencia como un problema de salud pública, porque, lo es. Pero, como afirma Etienne Krung, «La violencia no es inevitable, ni constituye un componente intrínseco de la condición humana y en todo el mundo se encuentran pruebas de que la violencia puede prevenirse con una diversidad de medidas destinadas a los individuos, las familias y las comunidades». No toda violencia es física: Bordieu hablaba de la violencia simbólica para describir una relación social desigual donde el "dominador" ejerce violencia indirecta y no físicamente directa, y las personas violentadas no la evidencian o son inconscientes de sufrirla.

El fenómeno de la violencia tiene mucho que ver con la construcción del género. La importancia de la formación en el ámbito profesional gracias a la obligatoriedad de formación en esta materia (por ley) facilita el conocimiento y aclaración de muchos conceptos que socialmente quedan confusos y turbios. Por ejemplo, la diferencia entre sexo y género. La primera es la biología; la segunda cultural. El sexo es inmutable y verdadero a través del tiempo y el lugar. El género varía dependiendo de dónde y cuándo.

¿Y qué marca las relaciones entre el hombre y la mujer? Pues, principalmente, la sociedad que controla los roles. Las cifras de autodeterminación se reducen en su mayoría a las funciones que tienen que desempeñar en las comunidades. El macho tiene que cuidar de la propiedad y el salario que la mujer tiene para cuidar del hogar y el dinero. Estos roles son interactivos en una sociedad moderna y a todo el mundo le importan más o menos las cosas que hacer, como cómo son los nombramientos entre los socios. Educación, carrera, libre elección, construcción de una familia, interacción como socios, participación en las comunidades, evolución de una figura de autodeterminación. La cita de la libre elección, se reduce siempre por los compromisos que deben realizarse en una asociación, en la sociedad, más allá de la diferencia de los sexos y al menos por la influencia (negativa) de la determinación por parte de la clase dominante. Esta influencia socava la discusión libre para definir su propio papel en una asociación liderada por el control dominante de los valores (irreales) de control.

La definición de un rol es la ocupación que define la vida. Y eso no me parece bien. Pero hay suficientes filósofos, maestros, moralistas que oran sus valores para definir un papel que no puedes dejar. Necesitan su “felpudo”, así como su abridor de puertas, siempre y cuando puedan dentro evaluar quién no entra en la puerta que habían dejado abrir.

Porque la vida no es una película B. La cualificación, la experiencia, el conocimiento, la socialización, la integración, la carrera, la interacción con la sociedad y la comunidad, la comunicación, la red y el respeto están cambiando los roles permanentemente si no están escritos.

Hay un llamamiento de la UNESCO de leer las obras de Simon de Beauvoir, en particular El Segundo Sexo, en aquellos que trabajan sobre todo hacia la condición de la mujer y el género. Incluso en el mundo de hoy en día, las mujeres y la situación de género no están mejorando en sentido holístico. Los educadores maestros tienen mucho que tomar de los escritos de Existencialismo y Beauvoir, Sartre. Reconozco que, personalmente, gané mucho con sus escritos para desarrollarme.