Marzo de 2021. Primer año de pandemia. Se cumple ahora el aniversario de un acontecimiento que va a marcar la historia de nuestra vida y que, por imprevisto, nos obligó y nos sigue obligando día a día a aprender cómo resolver las situaciones en las que antes sabíamos cómo actuar, y que ahora nos pide nuevas respuestas y actuaciones. Todo esto se tiene que trasladar de la misma forma a la actividad diaria de los administradores de fincas colegiados. El pasado año, al declararse el estado de alarma y el confinamiento domiciliario de todos los españoles, de repente, la vivienda de cada persona y cada familia cobró nuevos usos y significados (hogar, aula, oficina...) y el edificio y las zonas comunes alcanzaron un protagonismo que para muchos residentes antes no existía. El papel del administrador de fincas para garantizar el correcto uso de los elementos y servicios de la comunidad de propietarios apareció como vital, para asegurar la limpieza, desinfección e higiene preventiva de las partes del edificio que se encuentran en las zonas de tránsito desde las viviendas a la calle y evitar contagios. Y a ello se suma la incesante tarea de interpretación y aclaración de las normas que se promulgaban, primero, por el Gobierno de España y, posteriormente y hasta la actualidad, por la Generalitat. Las dudas que hemos tenido que resolver, muchas veces con la incomprensión de nuestros clientes, han abarcado desde la posibilidad de hacer deporte en las azoteas o en los sótanos de garaje de las fincas, pasando por si se podían celebrar juntas generales o se podían usar las pistas deportivas, los jardines, los parques infantiles, y, por supuesto, el asunto estrella en cuanto llega el calor: el uso de las piscinas. Mientras tanto, estando en pleno confinamiento, nos llegó un reconocimiento oficial inesperado, pero necesario, y fue la declaración expresa por parte de la Delegación del Gobierno de la actividad del administrador de fincas colegiado como actividad esencial, lo que supuso, y supone, un importante respaldo a la labor profesional que todos los días realizamos los administradores de fincas colegiados en favor del correcto funcionamiento de las comunidades de propietarios, preocupándonos de que cumplan puntualmente toda la normativa de diversos ámbitos que les obligan a realizar labores de mantenimiento, renovación y adaptación de instalaciones. Y en todo este papel fundamental en la vida cotidiana de los ciudadanos, hay que tener en cuenta que actualmente el 80 % de la población en la Comunitat vive en edificios, complejos residenciales o urbanizaciones organizadas como comunidades de propietarios donde tienen contratado un administrador de fincas, y éste a su vez tiene en el colegio profesional, un apoyo y un refuerzo a su actuación cotidiana, contando con asesores que abarcan desde el sector jurídico, a la arquitectura, la ingeniería industrial, o las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), lo que refuerza el acierto en los criterios y actuaciones a emprender, sin olvidar la existencia de un centro de mediación y de un tribunal de arbitraje propios que permiten resolver los conflictos vecinales y comunitarios sin necesidad de que los propietarios terminen enfrentándose en un juzgado.

Esa es la importantísima y esencial labor que desempeñan todos los días las mujeres y hombres que componen la profesión colegiada de administrador de fincas, y de la razón de existir del colegio profesional que vela por que la actuación de éstos sea conforme a una buena práxis en defensa de los ciudadanos como consumidores y usuarios, y apoyando, formando y asesorando a todos los colegiados para que cada día su labor merezca la confianza y reconocimiento de sus clientes.