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"Units pel joc a llargues"

La plaza de pelota de Oiartzun (Gipuzkoa) fue inaugurada en 1750 y hasta unos días antes de la guerra civil fue centro de los mejores partidos de Bote Luzea, Laxoa y Rebote de aquella comarca y aún del conjunto de Euskalerria. Esas tres son las modalidades de juego a «llargues» que se practicaban en las tierras donde se habla euskera, las cantadas en poemas épicos dedicadas a legendarios pelotaris como Perkain o Bautista de Arraioz, el Hijo de Simón, un personaje propio de una novela de acción y pasional. Modalidades que estaban desaparecidas, ocultas en la Historia, desconocidas ante el avance de otros deportes y del juego a Ble, a frontón, profesionalizado, que acabó apartando de la circulación mediática modalidades ligadas a las entrañas populares euskaldunas.

Los días 2, 3 y 4 de julio, esa misma plaza que unos días antes del comienzo de la incivil contienda acogía un duelo de los grandes de la época, será escenario del encuentro vasco-valenciano, con sus selecciones respectivas a las tres modalidades de la CIJB: Llargues, Internacional y One Wall. Además, habrá encuentro de Pasaka, modalidad semejante a les Galotxetes de Monóver que se jugará en la modalidad femenina.

Es el tercero de los encuentros oficializados entre la Federació de Pilota Valenciana , que preside Jose Daniel Sanjuan y la Federación de Euskadi de Pelota Vasca, que preside Gotzon Enbil, en un proceso de acercamiento iniciado hace algunos años cuando dicha federación se afilió a la CIJB, en tiempos de Patxi Jáuregui y acogió una de las ediciones de la Champions de campeones de Llargues. Proceso que se inició en el Valle del Baztan navarro, en el trinquete de Elizondo con la firma de aquel histórico documento , un 4 de abril de 2002, a la hora del Angelus, encabezado por una frase en euskera, en valenciano y en castellano: «Joko luzeak elkarten gaitu», «Units pel Joc a Llargues», «Unidos por el Juego a Largo».

La plaza de pelota de Oiartzun también sufrió el proceso despersonalizador de los años cincuenta y sesenta. Se convirtió en un lugar para el fútbol y en un aparcamiento de coches hasta que un grupo de aficionados, hace veinte años, decidió pelear por recuperarla para el uso primitivo. En ese espacio lúdico jóvenes vascos y valencianos se encontrarán para acercar sentimientos. No importará demasiado el resultado deportivo porque por encima de marcadores, juegos, quinzes y rayas; por encima de una apasionada pelea deportiva está el valor sentimental. Vascos y valencianos unidos por un deporte que ya les hermanó hace cientos de años en Cartagena, ante las autoridades militares; en Madrid, ante el propio Fernando VII y que sigue siendo vehículo de unidad en la diversidad.

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