“El tiempo se encarga de colocarnos a todos (todas) en su sitio”, algo categórico afirmado por el escritor Óscar Hernández-Campano en la presentación de su último libro titulado Cincuenta años no son nada, reencuentro con el longseller (de éxito intemporal) y auto inclusiva novela El viaje de Marcos. “Libro de cabecera para gente LGTB, el más vendido de la literatura gay” convertido en referente literario y que en el mercado mejicano alcanza impresionantes cifras de venta. Longseller ansiado por cualquiera. “Un libro que se vende durante muchos años”, afirmaba Mili Hernández de la editorial Egales venida a propósito para la promoción de esta semblanza literaria “de lo que ha pasado en estos últimos años en España”

“-Uy, uy, uy. Primero el virus y luego TOS (partido político del Trabajo y Orden Social); menudo año, ¿viste?-bromeó Ariel”, es lo que se lee en uno de los párrafos. ¿Quién no ha exclamado algo análogo últimamente?

Primero “¡tú enganchas al lector (lectora)! y ahora te digo lo que te tengo que decir” es el procedimiento redaccional señalado por Susana Gisbert fiscal en delitos de odio que, en base a su experiencia laboral, ratifica la indeseable realidad de cuantas violencias pululan en las sociedades humanas en las que estadísticamente “el top ten es el de las agresiones homófobas”. Integrante de la mesa de presentación la también escritora especifica: “Un libro con nombre de tango, que tiene efectos secundarios, novela necesaria, la reivindicación del ser, la tendría que leer todo el mundo, de hecho se la voy a regalar a mi madre”. Esta feminista luciendo una mascarilla con la bandera multicolor aseveraba que “todavía hay gente que apaliza” a parejas homosexuales, a dos mujeres besándose. Lesbianas y mujeres no encuadradas en la moral de los sistemas heteropatriarcales han sido encarceladas, violadas, torturadas, recluidas en hospicios o psiquiátricos a través de la historia de la humanidad. Escritoras y artistas siguen en el limbo, sin presencia en textos escolares y con apenas menciones esporádicas en medios de información, más aún si han incumplido con las normas del sistema. Uno de los personajes de la novela apodado la Corcho declara al inicio del tercer capítulo: “Me han llamado maricón toda la vida. Y aquí estoy, con la cabeza bien alta. Magullada, pero digna”.

“Pasará a la historia, es el autor más vendido”, asevera Mili Hernández responsable así mismo de la madrileña librería especializada Berkana con veintiocho años de andadura.

“Tenía en mente a personas que yo conocí hace años” aunque “todo parecido con la realidad es pura coincidencia”. El genio literario se descubre cuando hasta personajes secundarios “se comen la pantalla” y aquellos detalles que pudieran parecer fútiles trasladan decididos mensajes como la prenda que viste Ariel “ese es el mono de Ariel”, recordatorio del ataque homófobo sufrido por un chico en Barcelona a raíz de su indumentaria durante el Día del Orgullo Gay en España: “Te voy a hacer heterosexual a hostias”, le espetó el matón. ¿Qué hay tras tanta rabia? ¿Tras la violencia homófoba? Personas depravadas, con muy pocas luces, unidireccionales, planas, cobardes, con secretos asfixiantes. El axioma del comediógrafo nacido en el Imperio Romano durante el régimen de República, Tito Maccio Plauto, planteaba que “El hombre (mujer) es un lobo (loba) para el hombre (mujer)”, esperemos que no sea porcentualmente relevante. “Mientras la definición de masculinidad continúe cimentada en la dureza, en la fuerza física, en el dominio y el desprecio a la mujer, la subyugación y los abusos sexuales femeninos seguirán concibiéndose como una prueba más de fortaleza, de poder de hombría” escribe el psiquiatra sevillano Luis Rojas Marcos en Las semillas de la violencia, observación perfectamente asumible en cualquier caso de violencia por diversidad. ¡Dureza, fuerza, dominio, desprecio! ¿Vale la pena abanderar toda esa malsana putrefacción para seguir cobrando un sueldo público? Ciertamente aunque las deidades cambien, el miedo continúa siendo el artefacto perfecto para esclavizar y enmudecer.

“Ven mi nombre y ven el molino y ya saben que vuelven a Molinosviejos”. Juanma Samusenko se esmeró diseñando la portada tal como requería la editora generando visualmente el impacto gráfico idóneo. En Molinosviejos transcurre la narración, una pequeña población sometida a la especulación inmobiliaria y bajo la anquilosada política inmovilista y latifundista tan al uso en malversaciones. “–Durante treinta años, Molinosviejos estuvo gobernada con mano de hierro y guante de seda por un hombre que se dejó corromper y que no dudó en utilizar todas las chaquetas que fueran precisas para mantenerse en el poder”. Pachangueo financiero perpetuado mediante crueldad, robos y abusos a todos los niveles para aupar gráficos gananciales, llenar bolsillos particulares y aumentar patrimonios píos.

“Cambiar el mundo, invitar a la reflexión” es posible mediante la literatura. ¡Ímprobo trabajo dado los factores de intolerancia y encasillamiento que el mundo de las letras padece! “¿Por qué tiene que haber un día de la mujer escritora?” cuestionaba Gisbert que tilda de perniciosos los estereotipos blindados, “el estereotipo es el amor romántico entre mujer y hombres, es lo que hay”.

“¡Estamos hasta el coño del amor romántico!” exclamó Alejandra Bueno, joven gestora cultural y artista visual vasca, tras las proyecciones de Videocreación Mostra Viva del Mediterrani en su edición de dos mil veinte. Fundadora de Fem Tour Truck (festival internacional de videoarte feminista itinerante por España y América latina), trabaja de profesora en Ecuador. “Porque aquí tampoco me dan de comer; estábamos cansados (cansadas) de que al arte estuviera cerrado en los museos, nuestra cultura encerrada y siempre llega a los (las) de siempre; este camión va a llevar el arte a donde sea, convertimos ese camión en una sala, no es cine, es videocreación: ¡nuestra venganza es ser felices!”.

“Zona libre de gais” es el letrero colocado en territorio polaco. En la Unión Europea “hay gente muerta de miedo, sus dirigentes ponen esos carteles” y las personas sufren linchamientos y persecución, están “introduciendo mensajes que ponen en cuestión derechos humanos” algo que como la lava candente arrasa por donde discurre. Es “la sombra de la intolerancia asomando”, presente en tertulias y debates, tal como apunta el escritor donostiarra afincado en L’Eliana (Valencia).

“Es una novela que dije que jamás iba a escribir” y al hacerlo, según propias palabras, se ha desarrollado como una cebolla. Cada persona, cada elemento es una capa del todo. Vidas apiladas cual “muñecas rusas”, matrioskas. Personas valientes. Amparo, un personaje de la trama, declara orgullosa su diversidad ante el inspector policial en el prefacio de otro capítulo: “Si todos (todas) diéramos la cara y se supiera cuantos (cuantas) somos, las cosas serían diferentes”. ¿Cuántos pecho palomo se desinflarían? ¿Cuántas santiguadoras callarían?

“En realidad soy un chef que tengo en la cabeza una olla y voy metiendo ingredientes y los pongo a cocer, tenía los ingredientes para cocinar”. ¿Un nuevo longseller? El título fue lo primero en ver la luz, ya que “cincuenta años habían pasado desde la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social. Cincuenta años desde que se corría ante los grises”. La Willow, la Pocahontas, el Bullas, los Cachorros Tóxicos, las Quijotas y Dulcineos, Marga activista de la igualdad de derechos y Ariel, pareja de Marcos, han enamorado a su creador mientras les envolvía en situaciones duras como la violencia de género. “Cuando estoy escribiendo estoy viviendo lo que viven mis personajes, me abro en canal”.

“Somos tozudos (tozudas)” y aquél mundo represivo de violentas pandillas franquistas “aquél mundo del que yo había escrito con diecinueve años” puede reavivarse en cualquier momento y cambiarlo todo. ¿Por qué la impunidad del franquismo sigue, sigue y sigue? Por aquél entonces “la falta de información era absoluta, quienes tenemos una edad sabemos lo que es no tener internet”. Pero ahora ¿por qué la ocultación, la perdurable coprofagia de los poderes? Casi al final del libro Erundino Aznar, alias Dina Azul, pregunta: “¿Por qué sigue habiendo gente que odia al diferente?”.

“Derechos que no están tallados en la roca pueden volatilizarse”. Hernández-Campano como despedida evocó a un artista que ha sobrevivido al paso del tiempo, otro longseller, en este caso del mundo del espectáculo, Rafael Conde “El Titi”. “Como decía El Titi: el que no quiera que no mire” y el público asistente voceó: ¡¡Libérate!!