Síguenos en redes sociales:

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

a vuelapluma

Alfons Garcia

Equidad y memoria

Es difícil valorar la equidad sin memoria. La vacuna es un recordatorio del tiempo de cada uno, por si habían caído en la tentación de olvidarlofícil valorar la equidad sin memoria. La vacuna es un recordatorio del tiempo de cada uno, por si habían caído en la tentación de olvidarlo

Un día de estos habría que escribir la historia de los efectos del alcohol y las sobremesas en la política valenciana. Lo piensa después de cruzarse pasadas las cinco en día laborable con algunos altos cargos sentados en una bulliciosa terraza. El poder y su irrefrenable tendencia a la conspiración. El poder y su irrefrenable aversión a la gestión. Lo piensa mientras advierte los síntomas cálidos de la ira. O eso o son las secuelas del pinchazo. Lo piensa mientras camina de regreso del centro de vacunación. Un símbolo de unidad de un pueblo y de trabajo bien hecho que también se olvidará dentro de poco. También la buena organización de la vacunación masiva es política, se dice para calmar los humos. Es un flojo, piensa con una sonrisa anticipando los comentarios de sus alumnos si lo hubieran visto en la sala de vacunación, con los ojos mojados. Lo piensa mientras se cruza con gente que acaba su jornada laboral, otros que abren sus tiendas, padres y madres (más ellas) que alargan la tarde con los niños antes de volver a casa. Gente sin más pretensión que seguir adelante con cierta felicidad. La dignidad de la resistencia, piensa mientras deambula emocionado por la ciudad.

Equidad y memoria serían los pilares sobre los que construiría su sociedad ideal, piensa. Lo dijo el otro día casi sin pensar cuando un estudiante le preguntó, pero ahora está convencido de que es uno de esos aciertos de la intuición. Preparando documentación para sus clases de historia se encontró hace poco con el discurso de Paco Tomás y Valiente, nieto del expresidente del Tribunal Constitucional asesinado por ETA hace 25 años de mismo nombre y apellidos, al recibir hace unos años el premio de Bachillerato. «La calidad educativa no puede reducirse a la excelencia académica», decía aquel chico que a saber que es de él hoy. Apelaba a la equidad para recordar a los estudiantes que partían de condiciones menos ventajosas. Nunca ha sido fácil. Piensa en sí mismo. Y piensa en alumnos y exalumnos a los que ve asustados ante los costes de másteres y cursos. Otra brecha más anunciadora del mundo arisco que les espera. Por eso, se dice, equidad para la igualdad de oportunidades.

Pero es difícil valorar la equidad sin memoria. La vacuna es un recordatorio del tiempo de cada uno, por si habían caído en la tentación de olvidarlo. Él comprueba esa sima cada día. Sus alumnos le sorprenden cada dos por tres con asuntos desconocidos para él que son tendencia (¿se dice así?) en la red. El otro día una le preguntó si él era un «izquierdista lepenista». No supo qué contestar. Él se ve frente a ellos como un baluarte contra el olvido. Esta semana quiso hablarles del memorial de las víctimas del terrorismo y volvió a ver que ETA era para ellos material para el humor. Unos reyes en un zulo, parecía gracioso. Él recuerda el día que pararon las clases en la facultad porque a menos de cien metros acababan de matar a Manuel Broseta. Recuerda el temor de aquella compañera que estaba convencida de tener a Urrusolo Sistiaga en su pueblo. Sus estudiantes no se preguntan dónde estaban el 11S, porque simplemente no estaban, no habían nacido. Una brecha más.

Piensa en los indultos ahora del procés. Da vueltas a enviar un artículo al periódico. Partiría de la experiencia personal del rechazo a la decisión observado en sus alumnos y sus padres, a pesar de su tradición comunista. Todos se sienten traicionados porque los otros no quieren ser como ellos, españoles. Repudia la violencia indepe que siguió al no-referéndum, pero piensa en el valor de la memoria para recordar que los conflictos enquistados gangrenan, que la inacción no es solución, que lleva ventaja moral en cualquier conflicto el que exhibe magnanimidad y que la prisión y la justicia no pueden ser las únicas respuestas a acciones políticas. Que está bien limpiar el tablero para empezar a buscar puntos de entendimiento. Cierta equidad. Porque la simetría entre territorios puede que no sea la solución, pero tampoco un trato desigual ni privilegios.

No sabe cómo, pero ha llegado a la puerta de la facultad. No sabe si aquel tiempo fue mejor que este para gente humilde como él, pero sabe que fue feliz. Como ve ahora a los que hablan en el mismo banco de siempre.

Esta es una noticia premium. Si eres suscriptor pincha aquí.

Si quieres continuar leyendo hazte suscriptor desde aquí y descubre nuestras tarifas.