Este pasado fin de semana, València ha acogido el Congreso de la Unión de Federalistas Europeos con el sugerente nombre ‘Nuestra Europa federal, soberana y democrática’. En tres interesantes jornadas, los ponentes venidos de toda Europa y de distintos ámbitos ideológicos han reflexionado sobre el punto de inflexión político y económico en que nos encontramos los europeos.

El futuro de Europa: un punto de inflexión

La peor pandemia conocida desde hace un sigo, la crisis climática, la amenaza de los populismos y la extrema derecha, la ciberseguridad y, en menor medida, la salida del Reino Unido de la Unión, son algunos de los retos a los que hemos de hacer frente y que urgen a que nos impliquemos, todos, para consensuar las reformas que hemos de abordar para salir reforzados sin dejar a nadie atrás. La reconfiguración del tablero internacional con el desafío bipolar que plantean China y Estados Unidos; la disrupción tecnológica y su impacto en la economía y el empleo y la reforma de las instituciones multilaterales, son también desafíos que la Unión Europea debe afrontar y para los que necesita elaborar una estrategia clara.

Por todo ello, las instituciones europeas han acordado desarrollar la Conferencia sobre el futuro de Europa para que, desde la reflexión colectiva, actualicemos el marco constitucional europeo, sus políticas y el proceso de toma de decisiones y, sobre todo, para acercar Europa a los ciudadanos.

El papel del Parlamento Europeo en esta Conferencia es fundamental para impulsar el debate ciudadano y marcar el camino hacia el tan necesario proceso de federalización, porque solo unidos seremos más fuertes y solo juntos podremos afrontar los retos y desafíos del siglo XXI.

Es importante reconocer que, gracias al Parlamento Europeo y a algunos Estados miembros, entre ellos España, en el último año hemos aprobado dos importantes medidas que constituyen un importante paso hacia la federalización de Europa. Me refiero a la compra centralizada de vacunas y a la emisión de los conocidos como bonos europeos para financiar el plan de reconstrucción y resiliencia bautizado como Next Generation EU.

Dos hitos importantes que deben revestir carácter de permanencia y que nos animan a seguir avanzando hacia lo que considero fundamental, una revisión de los Tratados que nos permita adaptarlos a la nueva realidad de los 27, al nuevo contexto global y a la necesidad de dotarnos de reglas eficaces de cogobernanza. Necesitamos unas reglas que nos permitan acabar con la unanimidad en la toma de decisiones trascendentales, como las fiscales, pasar a mayorías reforzadas e impedir que países como Polonia o Hungría sigan utilizando su derecho a veto no solo para frenar la federalización, sino para chantajear a la democracia. El cumplimiento del Estado de Derecho debe ser una condición estricta para que los Estados miembros tengan acceso a la financiación de la Unión Europea.

El requisito de unanimidad ha permitido que algunos países o un solo país, incluidos los paraísos fiscales de la UE, hayan tumbado con su derecho a veto la implantación comunitaria de un impuesto de servicios digitales, una base imponible consolidada para el impuesto de sociedades o un sistema definitivo para el IVA, medidas imprescindibles para conseguir la necesaria armonización fiscal y para financiar el estado de bienestar y justicia social que pregona la Unión Europea y a la que se ha sumado EE UU tras la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca.

La UE y la Conferencia sobre el futuro de Europa deben permitirnos adoptar decisiones que acaben con esos comportamientos insolidarios que nos hacen más débiles, menos justos y más alejados de las necesidades de los ciudadanos. Desde el Parlamento Europeo vamos a tirar el resto en este debate sobre el futuro de Europa. Vamos a seguir trabajando por acercar a nuestros ciudadanos al corazón de Europa. Y vamos a trabajar para consolidar el mayor proyecto democrático, de justicia social y de convivencia del mundo.