Estos días pasados, la actualidad ha estado señalada por la muerte de Raffaella Carrá, la presentadora, animadora, cantante y bailarina que le dio a la televisión de los últimos cincuenta años algunos de sus mejores momentos de felicidad. Cuando vino a España a mitad de los años setenta para actuar en un programa de televisión, ya contaba con un glorioso pasado televisivo en la RAI. Programas como ‘Canzonissima’ o ‘Milleluci’, este último junto a la diva y también icono televisivo Mina, protagonizando juntas, mano a mano y cada semana la historia de la música popular y del espectáculo del siglo XX. Recomiendo hacer una incursión por el universo internet para el visionado de algunos de aquellos programa de la RAI. No recuerdo el año, sería hacia finales de los 70 -1978 ó 1979- tuve ocasión de verla en un espectáculo veraniego en la plaza de toros de València. En la segunda canción hubo un problema con el sonido .actuaba con ‘playback’ musical- cortándose momentáneamente la actuación. Seguramente este accidente en otros tiempos hubiera merecido la ira de los espectadores en forma de silbidos y abucheos, pero, milagrosamente, no pasó nada y el público perdonó el ‘fallo técnico’. Estaba claro que Raffaella ya era ‘una de las nuestras’ y el público valenciano, como el español, se había rendido ante la profesionalidad, la energía y las canciones italianas de la artista, composiciones aptas tanto para cualquier fiesta familiar como para la pista de baile de las discotecas gais que salían del armario.

Érase un ombligo

Érase un ombligo Carles Gámez

La prensa italiana, con motivo de la desaparición de la artista, ha señalado su papel protagonista en la televisión, en esos años donde la RAI produjo algunos de los mejores programas de variedades y entretenimiento entre los años sesenta y setenta del pasado siglo XX. También se ha vuelto a hablar de algunos de los ‘escándalos’ protagonizados por la cantante como cuando apareció con un ‘top’ que dejaba al descubierto su ombligo, una zona vetada hasta entonces en la pantalla televisiva de la RAI vigilada por la Democracia Cristiana. En la televisión española, la única durante muchos años, también se produjo un cierto ‘rebombori’ con la aparición de Marisol en un programa musical con un vestido que dejaba al descubierto esta zona central de la anatomía y que a punto estuvo de prohibir su aparición. Las censuras televisivas italianas y españolas, a pesar de los diferentes regímenes politicos, entre otras cosas, se pusieron de acuerdo para vigilar y censurar determinadas partes de la anatomía femenina, que, por otro lado, se ofrecía abiertamente en playas, ya fueran los bikinis, o por la calle, con la minifalda como bandera. Se trataba de no incitar a la lujuria televisiva y más en un medio tan familiar como la televisión. Así, las bailarinas debían cubrir sus piernas con unas castas medias o mallas negras, que en muchas ocasiones resultaban mucho más eróticas o provocativas que con las piernas descubiertas. Víctimas de esta censura de extremidades fueron entre otras las Hermanas Kessler, una pareja de bailarinas y gemelas de origen alemán que animaron durante muchos años los programas musicales con sus coreografías y ejercicios simétricos donde sobresalían sus largas y estilizadas extremidades teutónicas. Su paso por la televisión española en aquellos años no hace falta decir que fue castamente cubierto y gracias a ello los españoles no tuvieron que soportar en sus hogares tan perniciosa visión carnal.

Resulta curioso que en todos estos años, décadas, nuestras televisiones no hayan dado con una profesional española de las características de Raffaella Carrá; quiero decir, un personaje televisivo que cante, baile, presente y lo que haga falta. Y lo haga, además, con pies y cabeza, por supuesto. Quizás podría haber sido Concha Velasco, pero nuestra chica ‘ye-ye’ oficial, con todas sus excelencias nunca llegó a cuajar un ‘show’ como los de la artista italiana. Pudo ser Bárbara Rey, pero prefirió subirse a lomos de un elefante, que tampoco está nada mal. Con Marisol ya sabemos la historia como acabó y Rocío Dúrcal, por su parte, encontró su Santo Grial en el país de las rancheras y las margaritas. Y Alaska, gran admiradora de la artista italiana, por mucho que se empeñe, lo suyo está más cerca de una serie como los ‘Thunderbirds’ -o ‘Guardianes del espacio’ como fue traducida en España- protagonizada por aquellas marionetas cabezonas. O ya puestos, con su flamante marido Mario Vaquerizo un espectáculo televisivo al estilo ‘The Sonny and Cher Show’. Lo que no tengo muy claro es quién haría de Cher y quién de Sonny Bono.