Aunque no me gusta mucho hablar de política, me voy a remangar para discutir acerca de ella. Septiembre trae consigo el inicio de cursos de diversa índole, entre ellos el de la política, que a grandes rasgos se puede conceptualizar como la disciplina que trata del gobierno y la organización de la comunidad. El político, por consiguiente, es aquella persona que se dedica a la política.

Esta relación de conceptos es fácil de encajar, pero.. ¿cuál es la opinión de los ciudadanos sobre la política? ¿Y sobre los políticos? La política, y por ende los políticos, genera hartazgo, desilusión y desencanto. Esta sensación es generalizada, mal que nos pese, en la mayor parte de los residentes de nuestro país. De hecho, si nos comparamos con algún país europeo, nuestra política y los que se ocupan de ella salen perdiendo. ¿«Spain is different!»?. Manuel Fraga, Luís Bolín o Rafael Calleja, aunque por otros motivos y en otro contexto, parece que en ese aspecto dieron en el clavo.

La política tiene distintas dimensiones, enfoques y grados de desarrollo. Llegado a este punto, y más particularmente llevando a observación la gobernanza municipal, que es la dimensión más pequeña que al ciudadano afecta, la figura del alcalde es la que emerge con más fuerza.

El alcalde es aquel individuo, hombre o mujer, que dirige y gobierna un ayuntamiento. Como diríamos en la tertulia del bar con los amigos, ‘es el que manda’. Pero cuidado porque la figura del alcalde tiene su miga y da para mucho. Y si no que le pregunten a Mariano Rajoy: “¿es el vecino el que elige al alcalde?, o ¿es el alcalde el que quiere que sean los vecinos el alcalde?” Dios mio, aún no me ha quedado claro. A la pobre Rita Barberá le entró “el caloret” y Jose Luís Martínez-Almeida nos ha demostrado que la puntería no es lo suyo. Pero ojo, esto no es ninguna cruzada contra ningún edil o partido político en concreto.

Ada Colau también nos tiene familiarizados con alguna que otra polémica. Digo ‘alguna’ porque siempre acostumbra a repetir. Y si no que le pregunten por la famosa estatua de los cerca de 70.000€, o por los múltiples escándalos relacionados con la Monarquía, la Iglesia, las Fuerzas Armadas, la Patronal... ¿Y qué podemos decir de Kichi o de Joan Ribó? Prefiero un punto y a parte llegado a esta cuestión.

Algunos alcaldes españoles, en mi opinión, no tienen claras sus funciones. Además, en los últimos años, han tendido a extralimitarse en algunos asuntos. Recursos mal gestionados, amiguismo, enchufismo, prevaricación, corrupción. Incluso, en medio de una pandemia, hemos visto como aprovechaban sus cargos para vacunarse sin pertenecer a grupos de riesgo. La lista parece casi interminable. Fantasmagórico, y totalmente ridículo, por parte de una persona que, en teoría, tiene vocación de servicio público. Así te lo vende el Homo Majoris, entre otras patrañas, en su campañita electoral. Con razón que algunos le echen siempre la culpa al alcalde de todos sus males.

Me dolería mucho concluir este artículo sin hablar de las bondades, sobretodo cualidades positivas, que tienen los corregidores. Me viene ahora a la mente el caso del alcalde de La Roda, Juan Ramón Amores, quien padeciendo una terrible enfermedad como la ELA, no escatima ningún esfuerzo a la hora de desempeñar su cargo con auténtica vocación de servicio. No quiero dejar pasar la oportunidad, de verdad. Ediles que durante meses, días y horas permanecen pegados al teléfono para hacerse omnipresentes allá donde se les requiera. Multitud de reuniones aquí y allá, a pesar de que muchos dirán que va en el sueldo. La coordinación de multitud de áreas en administración, bienestar social, cultura, medio ambiente, obras, economía, turismo e infinidad de temas adicionales. Días y noches pendientes de que sus vecinos, sean electores o no, tengan oportunidades de que el municipio progrese y de que los números encajen. En definitiva, miles de quebraderos de cabeza y cuestiones sobrevenidas que en muchos casos no deberían atender. Pero ahí están ellos, hechos de otra pasta, lanzándose al vacío y a la aventura. Expuestos, en muchos casos, a la opinión pública y a nuestras críticas. ¿Qué pasaría si más de uno/a fuéramos alcaldes por un día? Reflexionemos….

Mi más sincero agradecimiento a todos los alcaldes de nuestro país por su entrega y entusiasmo.