Para conocer la historia de las asociaciones de vecinos es importante saber su origen. Quizás su antecedente más lejano habría que buscarlo en la II República, donde se desplegaron en estructuras vecinales de carácter democrático.

Posteriormente, las asociaciones de vecinos tienen su origen propiamente en aquellos convulsos finales de los años 60 . En Valencia fuimos de las primeras en formarlas, después de Euskadi, Madrid y Barcelona.

Esta iniciativa se inició con el fin de demandar mejor calidad de vida para la ciudadanía e incidir en la necesidad de un sistema democrático, después de varias décadas de un régimen absolutista.

Es a partir de 1964 es cuando nos acogemos a las estructuras existentes de carácter paternalista y clientelar de Asociaciones de Cabezas de Familia del Movimiento surgidas a mediados de los años cincuenta .

Pero la existencia de una fuerte «crisis urbana», la carencia de servicios mas básicos , zonas verdes, transporte público, escuelas, servicios sociales, etc...y la falta de libertades políticas que permitiesen una participación democrática con la Administración local; dado que se percibía en ella la ineficacia autoritaria, llevaron a grupos de vecinos de los barrios a organizarse y movilizarse.

Los barrios se convirtieron en una base organizativa, y las asociaciones vecinales desempeñaron el papel de agente de cambio social.

El movimiento de barrios fue uno de los pocos terrenos que el Gobierno franquista no logró gestionar políticamente, en buena medida porque se trataba de una expresión nueva y desconocida para ese régimen . Ese deseo de participar no era bien recibido y la única forma de bloquearlo era la represión policial, que muchas asociaciones vecinales sufrieron.

¡No se dieron cuenta de que éramos la punta del iceberg!

El movimiento vecinal estaba configurando sus propias aspiraciones y necesidades, dando cobertura y apoyo político a hombres y mujeres de distintas ideologías y a las múltiples inquietudes de todos nosotros, tratando hacer una política de resistencia al régimen franquista.

Al fallecimiento de Franco en 1975 , el movimiento vecinal sufre una «orfandad» de líderes, dado que una gran mayoría de compañeros optaron por las distintas opciones políticas personales. Esto nos obligó a remodelarnos y pensar en el modelo de la asociación de vecinos que se convirtió en hegemónico, como método participativo por las necesidades locales.

Y aquí viene la paradoja: muchos de los «compañeros» que en su día lucharon a nuestro lado, hoy desde sus respectivos lugares y puestos de responsabilidad , se olvidaron de las Asociaciones vecinales, sufrimos su amnesia, incomprensión , ninguneo e incluso, hoy en la actualidad son detractores del esfuerzo que supone intentar participar en los proyectos de la ciudad.

Nos tratan de obsoletos, sin ahondar quiénes las forman en la actualidad. Ya no son esas personas antaño. Hoy hay gente bien formada , y hay mayores que aportan experiencia de todo lo vivido con anterioridad.

Las administraciones no se molestan en conocernos y muchos de los políticos con cargo,( que en la época inicial del movimiento vecinal no eran ni un proyecto de vida de sus padres) hoy están en las instituciones acusándonos de no aceptar a esos nuevos actores sociales, entidades sociales todas lícitas, que han nacido del esfuerzo y del tronco vecinal.

Creo firmemente en la honestidad y en el trabajo de las asociaciones vecinales. En una ocasión dije: « Somos inspectores gratuitos y los ojos de la ciudad», y lo mantengo. Lo que no entiendo es que nos sigan viendo y considerando enemigo. Los políticos son nuestros funcionarios con contrato de cuatro años, y si lo hacen bien repiten y si son capaces de hacer partícipes a los ciudadanos ¡mejor!

Nadie tiene la exclusividad de la participación, es cierto, pero la historia avala a las asociaciones de vecinos.