Nunca hay distancia insalvable entre las amistades si la voluntad es permanecer unidos en un objetivo común. Lo decimos porque lo constatamos a diario en el Instituto Confucio de la Universitat de València. Este centro difusor de la lengua y la cultura chinas, que me honro en dirigir desde 2007, acaba de cumplir 14 años de fecunda vida cultural. Lo celebramos recientemente, en el Rectorado de nuestra cinco veces centenaria universidad, con una conexión online entre las ciudades de Changchun y València. Esta primera ciudad, donde tiene su sede nuestra institución contraparte, la Universidad Normal del Nordeste, quiso cumplimentarnos con la presencia de sus más altas autoridades académicas; al igual que lo hizo la nuestra con la asistencia de su rectora Mavi Mestre y el vicerrector de Internacionalización, Carles Padilla.

En el transcurso de esta breve, pero intensa, sesión a distancia pudimos comprobar cómo los lazos establecidos tiempo atrás no solo permanecen inalterables sino que se han intensificado a pesar de la situación sanitaria de los dos últimos años. Como se puso de manifiesto, la clave es compartir anhelos y metas comunes, como la de implementar estudios de español allí y de chino aquí en València. Y por ello, el lema que adoptamos desde nuestro décimo aniversario, permanecer siempre fieles y atentos «al servicio de la sociedad», no ha variado. Como puso de relieve nuestra rectora, la cultura es la mejor herramienta para que los diversos pueblos y naciones del mundo se entiendan. Y alcancen, de ese modo, el necesario diálogo que impida la intolerancia hacia el que viene de fuera.

En ese sentido, este verano celebramos una Jornada Turística de Alto Nivel, con presencia de autoridades institucionales de las ciudades antes señaladas. Se trataba de establecer una primera toma de contacto, y de prepararnos para una mayor colaboración, al tiempo que posicionamos al turismo como un referente de la diversidad cultural. No se puede valorar lo que no se conoce y es por ello que el intercambio turístico también representa una buena idea de lo que debe ser la interculturalidad. Otra de las acciones que se han organizado este año conjuntamente entre ambas universidades, ha sido la del concurso de dibujo infantil y juvenil. En nuestra ciudad, que ha llegado a su sexta edición con un gran éxito de participación, tiene a la figura del pensador chino como su referente: «Confucio llega a València por la Ruta de la Seda». En Changchun han elegido, como motivo pictórico, a través de un relato fantástico que se debe trasladar al dibujo, a nuestro rey Jaume I. Es un claro caso de intercambio cultural mediante el que se propicia que ambas sociedades conozcan a sus respectivos iconos históricos. Y todo ello es importante que se haga desde la base, es decir, en las escuelas y centros de enseñanza.

No quiero hacer demasiado prolija esta relación de eventos y actividades mutuas, pero créanme si les digo que el proyecto que iniciamos hace ahora 14 años se ha convertido en una feliz realidad que ha asentado el conocimiento de la cultura china en València. Y han sido muchas las ocasiones en las que lo hemos podido advertir. Con nuestro ciclo anual de actividades, más allá de las fronteras académicas, hemos comprobado la demanda de información y un mayor conocimiento sobre la cultura china. Esta sensación es uno de los principales estímulos, de los que nos hemos nutrido, para perseverar en la tarea. No se me ocurre mejor empeño para saber que estamos en el camino correcto. Y, sin ánimo de caer en la autocomplacencia, estamos convencidos que la tarea aún es ingente y tenemos la carpeta repleta de proyectos. Quiero acabar agradeciendo a todas las instituciones y personas que han hecho posible este feliz proyecto cultural, que inició su travesía hace más de 5.000 días, y que representa a China en València y a València en China. Dos realidades que están tan lejos en la distancia pero tan cerca en nuestros corazones.