Apesar de las dificultades que habitualmente tenemos las personas que pertenecemos a este colectivo, hoy, Día Internacional de las Personas con Discapacidad, me gustaría parafrasear el título de la célebre novela de Julio Verne para contarles lo que me ha disgustado y lo que me ha ocurrido en estas tres cortas semanas.

La primera parada y fonda de este trayecto reivindicativo lo hice con la mente escandalizada cuando me topé en el periódico Información con la noticia de que la ministra israelí Karine Elharrar, persona con discapacidad, al asistir a la Cumbre del Clima en Glasgow no pudo acceder al estrado desde donde debía dirigirse a los líderes mundiales y demás asistentes al evento, tan necesario como decepcionante en sus resultados, porque iba en silla de ruedas y nadie de la organización lo había previsto.

Ahora bien, acostumbrados como estamos las personas que sufrimos algún tipo de discapacidad nos encontramos, también, que en València y en les Corts, se cumplían dos años de las finalización de las obras que permitían acceder a la «trona» del hemiciclo a personas que van en silla de ruedas, como una servidora. Esto demuestra que otra forma de trabajar y de pensar en los demás es posible, como demuestra el Consell presidido por el socialista Ximo Puig.

El penúltimo lugar que deseo citar en mi viaje es la ciudad de Gijón, donde acudí para impartir como ponente un curso de cuatro horas, «El Espejo Social de las Mujeres con Discapacidad», organizado por la combativa por reflexiva Asociación de Mujeres Jóvenes «Participamos juntas» pioneras en la lucha por los derechos de nuestro colectivo y que trabaja codo con codo por la igualdad de género con el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030.

Poco después, y antes de cumplirse el ciclo de las tres semanas, ya en Madrid, el valenciano Víctor Camino ganaba las primarias celebradas en España y se convertía en secretario general de las Juventudes Socialistas de España con una idea que hacemos nuestra: «La Juventud va a pasar de la utopía a la acción». Como quiera que la revolución será inclusiva y feminista o no será, parafraseando a Joan Fuster, podemos mirar hacia adelante con un cierto grado de optimismo aunque nos falten todavía alguna que otra parada y fonda en nuestro trayecto. El futuro todavía espera, aunque las personas con discapacidad lo tenemos un poco más cerca. Celebremos pues este día y todos los siguientes luchando por la Inclusión, la Participación y el Respeto.