“Los árboles no son nada, se los cargan por cargárselos, son mobiliario urbano como me llegó a decir un señor del Ayuntamiento de Valencia, a veces salvan antes una farola que un árbol, para ellos los árboles son cosas”. Triste e indignada Mónica Ibañez advierte de la nula capacidad de respeto y valoración por los árboles en cualquier entorno.

“Se han cargado muchísimos árboles, en la Lonja hicimos lo imposible para que pararan, al final a los árboles se los cargaron”. Donde hubo vida quedaron dolientes muñones vegetales, agónicos, hasta que la sequedad mató sus raíces para  después apurar la faena arrancando el tocón, vestigio de vida cercenada. ¿Por qué no se informa convenientemente a la ciudadanía de los planes de arbolado y la tala de ejemplares urbanos? ¿Por qué no se mejoran las podas en la ciudad evitando posteriores crecimientos inconvenientes que se solucionan a base de motosierra? ¿Por qué los Planes Directores de Arbolado son simplemente calcos de los de las empresas que no tienen conocimiento del tema?

“Aquí (en Valencia), por ordenanza, a los árboles no se les puede hacer daño”, indica Ibañez activista de la Plataforma Salvemos los Árboles de Bailén que ha derivado en la Asociación Parque Central sin Especulación “una vez ya los mataron”. Dicha ordenanza municipal  “¡es mentira!”. A los árboles “no se les puede hacer daño siempre y cuando sea necesario hacerles daño, ¡se la sopla!”. De aquél bosque urbano con treinta históricos árboles, “los más grandes” en el centro de la ciudad, refugio de personas en ataques aéreos durante la guerra, sólo siete se salvaron siendo llevados a San Marcelino. Allí “también tienen otros dos árboles: Pi y Pa, un pino y una palmera; la gente de ese barrio está bastante conciencia con respecto a los árboles”.  Emili Piera, periodista y escritor aduce: “Árboles vinculados a la gente”.

“Algunos se protegen pero fíjate en los carteles que les ponen colgados, que les hacen daño, ¡los ahogan con una brida de plástico asquerosa! es que ni siquiera se han comido el tarro para cambiar eso; la ley de árboles monumentales es una locura, se intentó rehacer para hacerla más asequible”. ¿Por qué exigirles una envergadura, una edad para sobrevivir en la ciudad si no se les deja alcanzar tales baremos de la  Ley de Protección, “¡que es absurda!”?

“La codicia humana no tiene muchas veces límite, se cargan los árboles, se cargan la huerta, la vida, toda conexión con la vida” ¿Por qué siempre esa ambición, de dinero, de poder, encuentra aliados a la hora de ir contra los seres más indefensos? “¡Ah maldita ambición! A tus señuelos debemos todos los grandes males que padecemos los mortales” determinaría la escritora londinense Ángela Margaret Thirkell.

“Recuerda que los árboles dan vida” declara el activista ambiental y climático de doce años Francisco Javier Vera Manzanares quien, al igual que otras personas agitadoras por la naturaleza, ha recibido amenazas o continúan siendo martirizadas y asesinadas. “¡Gracias árbol por dejarte tocar!” exclamaba el también fundador del movimiento infantil y juvenil Guardianes por la Vida al acercarse a los ejemplares de la selva laurisilva, con árboles del Terciario, en la isla canaria de Gomera. ¿Habrá algún incendio de los nunca investigados que también arrase este territorio donde hubo dinosaurios? ¿Tala  para cultivos? ¿Para campos de golf? ¿Para el turismo? ¿Para el negocio maderero?

“Cuando tú llamas para, por favor, ayudarnos con estos árboles…no hay nadie”. Gestionar con el (CIEF) Patrimonio Arbóreo Monumental de la Comunidad Valenciana, a nivel ciudadanía “es muy complicado”.

¿Por qué no se realizaron estudios en profundidad sobre la viabilidad de proyectos antes de plantar árboles que con el tiempo han sido asesinados? ¿Ahora realmente se efectúan plantaciones con visión de futuro para la vida de individuos arbóreos? ¿Por qué no plantar árboles con conocimiento manteniendo la precisa distancia, en ciertas especies, de cinco metros a fin de que se expandan a lo ancho y no a lo alto? ¿Se preocupan en analizar el volumen del suelo, pavimentos flotantes, alcorques adecuados y demás requisitos para una siembra correcta?

Más de cuarenta y cinco mil personas mueren en España por respirar aire contaminado, “sucio”, principalmente  por ozono “malo”. Mientras. Se aniquilan árboles urbanos que pueden evitar muertes prematuras. Árboles que absorben metales pesados. Apresan el carbono. Merman los ascendentes del ozono. Retienen agua. Aportan oxígeno. Atenúan temperaturas. ¿Para qué tanta publicidad verde si lo cercano, los árboles de nuestra ciudades caen bajo las fauces de la especulación y el colosalismo político?

“En España la formación es un tinglado o un chiringuito, cuando algo no está legislado o normalizado, existe la posibilidad de que empresas sin escrúpulos oferten cursos a tutiplén con el único objetivo de facturar” expone el biólogo y doctorado en Botánica y Biomecánica Alberto Diaz-Galiano respecto a la imprescindible minuciosidad en la enseñanza de profesionales en jardinería. ¿Cuánta ineptitud es necesaria para cubrir puestos que salvan o condenan a seres vivos? Laurence Johnston Peter canadiense doctorado por la Universidad Estatal de Washington, en su esclarecedora obra Las fórmulas de Peter reseña con ahínco el hecho de que: “A medida que gran número de individuos van llegando a sus respectivos niveles de incompetencia se acumula la hojarasca, surgen burocracias ineficientes, se deteriora la calidad, triunfa la mediocridad, quiebran las empresas, caen los Gobiernos, se desmorona la civilización y se oscurecen las perspectivas del futuro del hombre”.

¿Para qué tanto pavimento? ¿Por qué, en cualquier Gobierno, perdura el bestial urbanismo? “No entendemos la infraestructura verde y por tanto no la apreciamos; el dinero y poder es quien no lo entiende y la ignorancia masificada” sigue apuntando Galiano. ¿Por qué en zonas verdes de suelo fértil se plantan árboles en cajones de obra donde las raíces no van al terreno? ¿Por qué para visitas protocolarias se ponen árboles muertos?

“Es un negocio, cada vez que se tala un árbol, se planta otro y, ahí, hay alguien que cobra como intermediario, todo eso genera dinero a cuatro” que, si no es el empresariado de siempre son familia cercana o lejana, que mantiene la presión o el acuerdo en un pestilente clientelismo con los elementos contratantes. “El esclavo sólo tiene un amo; el hombre ambicioso tiene tantos amos como personas, la ayuda de las cuales pueda contribuir al aumento de su fortuna” sentencia el moralista francés del siglo diecisiete, Jean de la Bruyére.

“En el confinamiento se conectó con los árboles”. Una sociedad absorta en el consumismo despertó valorando los árboles, el diálogo con ellos. “Un día te dicen escúchame y a partir de ahí se hacen escuchar, nos avisaron”. Carson I. A. Ritchie .relata en el ensayo La búsqueda de las especies, como “Bernal Díaz, uno de los conquistadores españoles de Méjico, era, a diferencia de la mayor parte de sus compañeros, un hombre de negocios práctico, además de agricultor y soldado…en su segundo viaje comprobaría que los aztecas eran tan entusiastas jardineros como él”.

“Detrás hay una especulación brutal de dinero, de edificios, de turistificación, de gentrificación, de la locura que está siendo ahora mismo Valencia” denuncia la también documentalista Ibañez. Aquello que se firmó en los años ochenta de cara a la reconversión del territorio en la céntrica terminal ferroviaria valenciana, es una marrullería constructiva ampliada, no ha mucho, con el pertinente parabién oficial. Primero destruir, luego ganar.

¿Por qué la población no se entera de que talarán árboles en su entorno vecinal? ¿Para evitar manifestaciones y repulsas? Repentinamente, caminando por una calle habitual, la ciudadanía topa con un pedazo de tronco sanguinolento ahí donde, hace unas horas, había un magnífico árbol. ¿Intereses particulares? Árboles pertenecientes a la comunidad ciudadana, que paga por ellos, se talan de la noche a la mañana. ¿Premeditación y alevosía a la hora de sacrificarlos? “Por la noche, no son árboles grandes, cuando empiezan a talar en la ciudad, son árboles pequeños y entonces con la motosierra en un momento, cuestión de menos de tres minutos, se han cargado el árbol y eso es irremplazable, todos eso años, toda esa vida…no tiene sentido”.

“Ahora llega el aberrante circo vegetal al parque público de los Viveros, ¡basta ya de crueldad vegetal!”. ¿Por qué “esta salvaje y cruel pantomima capitalista que busca sacar beneficio iluminándolos y poniéndoles sonidos por la noche” mientras en taquilla hacen caja? ¿Por qué se permite este tinglado, enloquecedor para los pájaros en sus dormideros y quebrantador de respuestas metabólicas en árboles y plantas? ¡Láser y sonido!

Alexander-Oliver Exquemelin, cirujano francés inmerso en la piratería, miembro de La Hermandad de la Costa escribiría:”los bucaneros nunca están desprevenidos”.