Feliz año nuevo. Entramos en el 2022 en peores circunstancias frente a la pandemia de coronavirus que hace un año: España está batiendo su récord en número de casos diarios. Mientras en 2020 no teníamos vacunas y la población estaba cansada de la pandemia, en 2021 hemos desaprovechado la ventaja que nos ha dado la vacunación y la población está ahora más cansada que nunca, a la par que frustrada y agobiada. Es un momento clave y, sin la confianza de la población en los gobiernos, no podemos controlar la pandemia.

Cierta falta de claridad en los mensajes de las instituciones oficiales y la dificultad a la hora de coordinar sus acciones han acentuado la desconfianza por parte de la población. Por ahora no podemos esperar que baje el número de nuevos contagios a un nivel en el que podamos movernos sin restricciones y con quien queramos, sean los compañeros de clase o los invitados a un gran evento como una boda. A veces me pregunto si algunas de las autoridades han renunciado a impedir la transmisión del virus en plena pandemia rindiéndose al intentar tomar las medidas necesarias para bajar los números de enfermos y muertos. Llevar mascarillas en la calle no tiene mucho sentido cuando la mayoría de la transmisión ocurre en interiores con mala ventilación. En lugar de esto, ¿qué se podría hacer? España podría, por ejemplo, demostrar el liderazgo en revisar los sistemas de ventilación en interiores para asegurar que el aire que respiramos esté limpio.

Pero, lejos de ser una protesta, este artículo es una llamada a la acción, porque las soluciones existen y los gobiernos pueden y deben aplicarlas. La inacción podría conllevar que en 2022 –e incluso 2023 o 2024– se mantenga esta estampa navideña: mascarillas puestas, colas para hacernos test o vacunarnos, y tempranas despedidas de amistades, familiares y vecinos.

Primero hay que recordar que el gran problema es la presión en el sistema sanitario. No podemos dejar que se llenen los hospitales. Cuando hay pocas camas libres en hospitales y las UCIs están casi llenas, ya es demasiado tarde para actuar. Pero no se trata solo de las UCIs, o del COVID persistente, por ejemplo, sino también de la presión en la atención primaria, que ya está desbordada. Hay demasiadas personas haciendo cola para un test, porque no se administran de forma eficiente, y muchas de ellas sufren dolores, sienten ansiedades y están repletas de dudas. Cuando se satura el sistema sanitario por el coronavirus, los recursos para pacientes de COVID-19 y para todas las demás enfermedades escasean. En España ya está documentado que estamos retrasando los cuidados sanitarios que tenemos que dar hoy.

¿Qué debemos hacer? No es tan complicado en sí, pero requiere de la colaboración de todos los líderes políticos, y hasta el día de hoy este ha sido el talón de Aquiles de cualquier plan para combatir la pandemia.

Se habla de medidas adicionales a la vacunación masiva continuamente, pero realmente son muy pocas o poco acertadas. En marzo de 2021 el New England Journal of Medicine comentaba que «la supresión de la replicación viral con medidas de salud pública y la distribución equitativa de las vacunas es fundamental para reducir el riesgo de generación de nuevas variantes». Siguiendo esta línea, las prioridades deberían ser:

- Testar gratis: Los gobiernos tienen que aumentar el acceso fácil y rápido a pruebas para que todos pueden testarse antes de las reuniones o eventos multitudinarios. En Inglaterra, por ejemplo, han dado esta semana tres test gratis a cada ciudadano, y en países como Dinamarca todos se pueden hacer un test gratis todos los días en un centro diferente de los de atención primaria, con el resultado enviado por SMS dentro de los siguientes treinta minutos y sin involucrar a un médico o a una enfermera, con lo que se libera la presión a la atención primaria.

- Certificado COVID para interiores. No requiere de grandes esfuerzos y la hostelería se beneficiaría mucho con esta medida, ya que minimiza el riesgo de contagio en sus establecimientos.

- Mascarillas más baratas (por ejemplo, suprimiendo el IVA) y distribuidas de manera gratuita allí donde sea necesario. Estamos en una pandemia y las mascarillas ayudan contra la transmisión del virus.

- La revisión de la ventilación y la circulación del aire libre en interiores. El virus se transmite principalmente en interiores. Los gobiernos de cada comunidad autónoma deberían iniciar la revisión de los restaurantes, bares y clubes, tal como hacen con la limpieza, para asegurar que los clientes no están respirando aire de baja calidad.

- Seguir vacunando y aplicar la dosis de refuerzo. Hay millones de personas en España que no están vacunadas todavía, aunque el país tiene una tasa de vacunación muy elevada. Y si no invertimos más esfuerzos para que los países de bajos ingresos puedan vacunar a su población, podemos esperar la aparición de más variantes preocupantes. Lamentablemente esto ya lo hemos sufrido con ómicron. Donde hay mucha transmisión del virus, hay mayores posibilidades de mutaciones del virus y de nuevas variantes.

No aplicar estas sugerencias significa arriesgarnos a seguir en esta espiral de reacciones tardías y a contemplar la decadencia de la economía, la vida social y la salud.

Las decisiones no deben tomarse sobre la marcha. Los gobiernos deben trazar y disponer de un plan de acción para 2022, a comienzos del nuevo año. Hay que tomar medidas ya, en coordinación con toda España, la Unión Europea y, si no es demasiado soñar, en coordinación con todo el mundo. Porque una pandemia es global, y una respuesta local no sirve de mucho frente a ómicron ni frente a nuevas variantes que puedan surgir.