Como viene siendo un signo de las conquistas que las mujeres hemos conseguido, el 8 de marzo es una fecha para seguir reivindicando y hacer balance. El Gobierno de España ha situado la agenda feminista en el centro de sus políticas. El feminismo es una filosofía de vida, basada en el respeto, la igualdad, la dignidad y la defensa de los derechos humanos.

El feminismo es una agenda de transformación social pacífica. Una transformación en derechos políticos y civiles. Que no busca derechos especiales. El feminismo no habla de superioridad ni discrimina al otro sexo, simplemente combate las desigualdades que sufren las mujeres por el mero hecho de serlo. No se lucha por ser «más», se lucha por ser igual.

Cada 8 de marzo el movimiento feminista se pone ante el espejo. Han pasado ya dos años desde la última manifestación multitudinaria. Una movilización que fue utilizada por los sectores más conservadores y «carcas» para criminalizar al feminismo y desacreditar la gestión del Gobierno.

Y este año, la verdad sea dicha, necesitamos que las mujeres recuperen la calle, la empatía de todas y todos. Porque en muchos casos, la pandemia ha agravado las violencias machistas, ha ahondado en todas las brechas sociales, ha puesto a las mujeres en el centro de los cuidados de las personas más vulnerables y ha precarizado aún más las vidas de muchas de nosotras. ¡Ya está bien!

Estos últimos dos años han cambiado muchas cosas. Pero hay algo que debe seguir siendo una prioridad. La educación. El ejemplo de Afganistán, retirando el derecho de las mujeres a poder asistir a la escuela o a la universidad muestra la importancia que tiene. La educación es básica para reducir las desigualdades existentes entre hombres y mujeres. Estamos asistiendo a una odiosa guerra en la que se abrirá una gran brecha de desigualdad, que sin ninguna duda, será más profunda para las mujeres.

Hoy distintas voces quieren revisar la agenda feminista. Como decía Amelia Valcárcel, hay quien quiere hacer pasar por ideas asuntos que no llegan ni a ocurrencias. Otra parte busca recortar lo ya avanzado, demostrando actitudes de otros tiempos. No debemos sustituirla por otras agendas que incluso colisionan con los objetivos centrales de las reivindicaciones de las mujeres. Debemos seguir luchando por abolir la prostitución y la pornografía, luchar contra los vientres de alquiler, la brecha salarial, apostar por empleos dignos, o reforzar los servicios públicos de calidad para avanzar en la corresponsabilidad social de la ciudadanía.

Es necesario, más aún si cabe, que el feminismo siga caminando hacia la igualdad de hombres y mujeres. No se nos puede olvidar a las mujeres que el feminismo siempre ha apoyado las causas justas, en definitiva, lo más correcto.