El Consorcio Valencia 2007 se constituyó entre las administraciones central, autonómica y local con el fin de acondicionar la fachada marítima de la ciudad para la celebración de la Copa del América. Tras dos ediciones de esta, se mantuvo para gestionar y explotar La Marina, un gran espacio que se ha ganado para València y que se estaba considerando el más emergente en todos los aspectos: el empresarial, el económico, tecnológico, de formación, de innovación, cultural y de ocio.

Y digo bien «se estaba». Porque ese carácter emergente y ese potencial que tanto hemos aplaudido se ha frenado por la falta de diligencia de nuestro ayuntamiento desde la salida del gobierno central del organismo público.

Antes incluso de que se consumara dicha salida, el alcalde anunció en julio del año pasado que ello conllevaría la necesidad de «reorganizar» (Ribó dixit) el Consorcio para dar paso a una nueva entidad, con la consiguiente creación de unos nuevos estatutos, un nuevo plan económico y financiero y un nuevo plan estratégico a fin de que el ente a crear pudiera gestionar La Marina.

De todo ello nada más se ha sabido. Y sin el nuevo órgano, el actual «en funciones» parece estar atado de pies y manos para concretar nuevas concesiones o acuerdos de contratos a medio y largo plazo.

No hay excusa posible para este bloqueo. Porque, en lo que bien podríamos definir como un divorcio amistoso, el Estado lo abandonó tras asumir buena parte de la deuda contraída. Superado, pues el mayor escollo, el de la deuda, ¿qué está impidiendo desbloquear La Marina y acabar con la inseguridad jurídica de tantas empresas y negocios? ¿Merecen tanta incertidumbre los que realmente están potenciando la actividad económica, cultural y social de este magnífico espacio?

Como portavoz de Ciudadanos en el Ayuntamiento de València, exijo celeridad y diligencia al equipo de gobierno. Hay varias soluciones. Incluso una de ellas podría ser que la Autoridad Portuaria asumiera el liderazgo de La Marina, pues creo firmemente que el Ayuntamiento está condenado a entenderse con el Puerto sea como sea, dado que comparten intereses comunes no solo en lo relativo a ese espacio, también a la hora de hacer ciudad. En cualquier caso, la solución que se adopte deberá ser siempre respetando la situación de los trabajadores de La Marina.

Y ha de ser ya. Lo que está claro es que la inacción y la parálisis no son una opción. Si se empeñan en mantener este bloqueo, deberíamos preguntarnos si es que existe algún tipo de interés oculto en dejar morir el Consorcio. La desidia que ha mostrado el gobierno municipal hasta la fecha nos parece preocupante, y tememos que encierre una nueva pugna entre Compromís, con su pretendida apuesta por La Marina, y el PSOE, con su proyecto de innovación en Vara de Quart.

Mientras se deciden, nosotros, los liberales, apostamos por La Marina y haremos cuanto sea necesario para darle solución.