Turia es el río que atraviesa la ciudad de València, el jardín que recibe este nombre por estar emplazado en el antiguo cauce del río. Tiene una historia peculiar de la que personalmente formé parte.

Permitidme un poco de historia.

La València romana, islámica, medieval e incluso la ciudad burguesa, irían creciendo hacia el cauce principal del río. Durante siglos fue levantada en lo que en aquella época era el entorno geográfico ideal para asentar una población: cerca del mar y a orillas de un río que proporcionase agua dulce, y el río se convirtió en el eje central de la ciudad.

El Turia, que había sido trascendental en la historia urbana y económica de València, también contaba con una larga reseña de desastres. Las transformaciones originaron frecuentes desbordamientos. Existen registros históricos que documentan más de 22 desbordamientos del Turia.

La última gran riada se produjo en 1957, en el mes de octubre de ese año, y provocó la muerte de más de 100 personas. La magnitud del desastre agotó la paciencia de los valencianos, en especial los habitantes del Marítimo y de la huerta Sur, que reclamaron una respuesta urgente a las autoridades para evitar nuevas catástrofes, lo que obligó al Gobierno franquista a tomar una decisión.

La solución requería una reflexión en profundidad sobre la estructura urbana de València. Mas de 50 años han pasado del Plan Sur, la faraónica intervención franquista que cambió la fisonomía de la ciudad de València.

Esta actuación de ingeniería hídrica y urbanística desarrollada entre 1965 y 1972 supuso el desvío del cauce del río Turia fuera de la ciudad, con un coste global próximo a los 7.000 millones de pesetas de la época, y se aprobó el llamado Plan Sur, a costa de la economía de los ciudadanos valencianos y de la huerta del sur, la gran damnificada.

El Plan Sur cambió el modelo de vida de València, los barrios de Nazaret, la Punta, Pinedo... La de la huerta y las alquerías, que acabó desruralizándose. Se urbanizó toda esa zona y se generaron barreras físicas y psicológicas que separaron la ciudad de sus pedanías del sur.

Un proyecto que en principio sería hidráulico se fue convirtiendo en un ambicioso plan que comprendería la construcción de carreteras, renovaciones ferroviarias y transformaciones urbanísticas.

Esa propuesta inicial de usos sobre el antiguo lecho del río encontró el rechazo frontal de la ciudadanía. La reacción en contra fue muy intensa, manifestada desde asociaciones vecinales, colegios profesionales y, sobre todo, por la plataforma Pro-Cauce creada al efecto y que organizó importantes movilizaciones populares bajo el lema «el llit és nostre i el volem verd» y se planteó la propuesta de convertir el viejo cauce en un espacio verde y de ocio para la ciudad, un auténtico pulmón urbano.

Finalmente, en 1979, con la llegada de los ayuntamientos democráticos, el esfuerzo ciudadano consiguió que se calificase el cauce como zona verde, parque público y dotacional.

Y ahí entran mis recuerdos, mi agradecimiento a dos concejales del Ayuntamiento valenciano, Salvador Blanco y Carmen Arjona, ambos concejales del PC, son los que facilitaron a diversas entidades ciudadanas los primeros árboles que se plantaron en el Jardín del Turia. Un domingo de 1979 , con el bocadillo bajo el brazo y con ilusión de ver cumplida una reivindicacion histórica, cientos de ciudadanos plantamos árboles desde el Azud de Mislata al Puente de San José.

Luego llego el Jardín de Ricardo Bofill, la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Calatrava... Pero hay una deuda histórica con las asociaciones de Nazaret y las pedanías del sur: sacarlas del cuello de botella en que las metió el Plan Sur.

El dia 2 de junio se debatirá el fututo del final del Rio Jardín del Turia. ¡¡¡Sentido común y que sea un buen final!!!