Decía Manuel Granell que difícil nos será la tarea de vivir si exaltamos los extremos y que la mente ha de renunciar a un objetivo único para contribuir al progreso de la humanidad; porque no volverá a existir otro Adán ni la tierra regresará al paraíso.

Cuando los problemas inmediatos cuya gravedad colapsaba el pensamiento nos han permitido retomar el presente y darnos cuenta de que el panorama de las próximas elecciones autonómicas y generales será muy diferente al que determinó el resultado de las anteriores en las que la representatividad parlamentaria de Podemos y de VOX constituyeron un revulsivo.

De aquellos protagonistas han desaparecido Albert Rivera, Casado e Iglesias. También la entidad partidista se ha transformado. Los hijos pródigos del P.P. que se refugiaron en Cs regresaron a la casa del padre y entraron por la puerta grande a la vez que los fieles escapaban a VOX por las ventanas. Pero como el único objetivo de la Derecha es impedir a toda costa que la Izquierda gobierne, las supuestas deserciones son citas aplazadas durante las que establecerán las amigables componendas en Madrid o los pactos en Andalucía, Castilla y donde haga falta. A piñón fijo y todos a una; si hay que negar a Bárcenas por su sapiencia se le niega; si la íntima enemiga de Casado que reporta votos quiere eliminarle, se elimina.

Aunque toda formación debidamente constituida es un Partido Político, hay entre ellos diferencias sustanciales. En la Comunitat Valenciana, junto a los tradicionales y mayoritarios surgieron otros promovidos por quienes sacaban a la luz problemas u objetivos locales y concretos, se unieron entre sí para alcanzar el listón del 5% electoral y en sus tareas de captación de seguidores renunciaron a alguno de sus principios o sus siglas. El acuerdo de Gobierno entre Podemos y el P.S.O.E. que cumplía los sueños de Iglesias y las peores pesadillas de Pedro Sánchez se reprodujo a nivel de la C.V. entre PSOE y la coalición de Compromís con la diferencia de que Ximo Puig aceptaba de buen grado la más amplia representación de una sociedad tan rica y plural como la nuestra. Los ministerios asignados a Podemos se convirtieron en compartimentos estancos; al menos eran bloques, estaban señalados; pero en la Comunitat Valenciana la asignación competencial se atomizó hasta el punto de que el titular de una Consellería solo ejerce su autoridad sobre las Direcciones Generales de su cuerda porque el resto van a lo que les manda su Partido o a su propio aire, poniéndose zancadillas que restan eficacia.

Apenas unas semanas atrás el Presidente Puig llevó a cabo una profunda remodelación del Gobierno sustituyendo a personas de probada solvencia profesional y personal que llevaban sobre sus espaldas el peso de estos últimos dos años a fin de encontrar fuerzas renovadas para afrontar el futuro social y económico de la Comunitat Valenciana. Todos ellos del área del P.S.O.E. porque, como declaraba Mónica Oltra, ellos tienen su propia hoja de ruta…

¿Y cual es su hoja de ruta? Las Autonomías ejercen funciones que otrora ostentaba el Estado, y como Gobierno sobre un territorio requiere una visión omnímoda de los problemas. En eso consiste el arte de la política cuya obra terminada, al fin de cada periodo, consistirá en lograr los objetivos que señalaron sus programas. Mucho tememos que la Coalición ha perdido el rumbo, no hay un auténtico programa que aborde en su totalidad los aspectos la vida pública con los previos análisis de sus alternativas y los efectos de una decisión en el conjunto de las que se tomen; sea la interpretación actual del feminismo, la prostitución, la ordenación territorial como esa forma imposible de regreso al edén que quiebra iniciativas inversoras y aumenta las colas del paro; los anti-puerto de Valencia, anti placas solares, anti-coches, anti terrazas, anti-humos, anticlericales, anti- Otan… No pierden la oportunidad de demostrar que ellos son la oposición al Gobierno dentro de cada Gobierno. No hay etapas programadas, ni discurso, sino una serie de mantras machacones que provocan el aburrimiento.

La inconsciencia y la temeridad avanzan a pasos agigantados con propuestas asombrosas; laborar cuatro días a la semana y ociar tres. Ni se plantean la posición de Europa ante esta medida. Si se supone, como no puede ser de otra manera que alcanzará a los trabajadores de bares, restaurantes, cafeterías, cines y teatros tendrá que inventarse alguna forma de emplear el ocio; y en un mundo globalizado, veremos qué opinan los directivos de las multinacionales, sea la Ford, la Wolkswagen, la Bosch o cualesquiera otras afincadas en España de un régimen laboral que afectaría a su producción.

La situación de Ximo Puig es extremadamente delicada a estas alturas porque el P.S.O.E que representa es único y los de la coalición son varios y machacones. Empieza a echarse de menos el discurso institucional y el de Partido porque si sus socios de Gobierno no dudan en destacar sus diferencias él está obligado a explicar las suyas, y las razones de su tolerancia. O mejor aún: Dejar de ser tolerante.