El tema de la abolición de la prostitución es un asunto muy delicado que presenta múltiples puntos de vista diferentes y que todavía no está claro cuáles serán sus últimas consecuencias.

La prostitución se ha practicado en toda la cultura antigua y moderna.

Diversas opiniones la consideran, junto a la política, la profesión más antigua del mundo y, a pesar de los constantes intentos de regulación, continúa casi sin cambios.

La declaración de Viena sobre la eliminación de la violencia contra la mujer aprobada por la Organización de Naciones Unidas en 1993, reconoce la prostitución como una forma de violencia contra las mujeres. «La trata de personas se ha vuelto un tema prioritario para la Organización Internacional para las Migraciones, ya que las cifras conocidas dicen que hay cientos de miles de mujeres y niñas que son víctimas de la trata para explotación sexual a través de fronteras internacionales. El convenio para la repulsión de la trata de personas y de la explotación de la prostitución ajena a la organización de las Naciones Unidas establece que los estados no tienen la potestad para controlar, perseguir, someter a exámenes médicos, registrar o cobrar impuestos a las personas que estén en situación de prostitución y sí están obligados a perseguir a proxenetas y tratantes, como a generarpolíticas públicas para quienes quieran salir de la prostitución».

Aquí, en España, con la proposición de ley que ha presentado el gobierno, junto con el PP, en el congreso tiene como finalidad la persecución penal del proxenetismo.

Hago eco que sectores de la sociedad ven a la prostitución como una violencia contra la mujer y otro sector de opinión defiende la libertad sexual de quienes la ejercen. Reitero en este artículo que es un tema delicado y controvertido. Una parte de la sociedad prefiere no opinar sobre el asunto. A veces, me da la impresión que si expresamos nuestra opinión en algunos círculos se nos juzga por hablar de algo «sucio».

En un sector de la sociedad piensan que existen beneficios para legalizar la prostitución: se reduce la violencia sexual contra las mujeres y los niños, se pueden aprobar proyectos de ley y leyes para proteger a los trabajadores sexuales, serán mejor tratadas y dispondrán de una mejor atención médica.

Sin embargo, otras personas opinan que si se legaliza la prostitución se podría promover el crimen organizado y que legal o no, la prostitución seguirá siendo violencia de género.

El modelo reglamentarista que fue aplicado en ciertos países considera a la prostitución como un hecho inevitable, cuya existencia debe ser aceptada por la sociedad, ya que cumple un fin social. Así, estos estados reconocen el trabajo sexual como una actividad profesional de manera que quien lo practica es un trabajador/a, lo que implica derechos sociales y laborales.

Es decir, se considera a la prostitución un oficio regulado en el que sus trabajadores paguen sus impuestos y no arrastren una imagen social tan degradada.

Sin embargo, en este debate existen posturas muy enfrentadas y diversos colectivos de mujeres están por una parte a favor de ejercer libremente la prostitución y otros colectivos feministas y también antiguas trabajadoras del sexo piden la extinción total de este oficio y la criminalización del cliente. Y aquí está parte de la cuestión. La moralidad. El libre ejercicio de cada persona a elegir qué hacer con su cuerpo. Hay que ser valiente, auténtico y desterrar el fariseísmo. Cabe la necesidad de plasmar la opinión de muchos hombres y en menor medida mujeres que ejercen la libertad de solicitar los servicios sexuales de una mujer u hombre. ¿Por qué? Pues, reitero que hago eco de las opiniones de una parte de la sociedad. Bien sea porque están solteros/as,viudos/as, por edad avanzada, por máxima timidez, por incapacidad física, etc, algunas personas solo tienen la posibilidad de darse « una alegría en el cuerpo» solicitando los favores de un trabajador/a sexual. Piensan que no es un desprecio, ni humillación, ni violencia contra la mujer o el hombre, sino solamente cubrir una necesidad a la que no pueden acceder por la vía «normal». Y suelen responder: ¿Nosotros/as no tenemos igual derecho a darle una alegría al cuerpo? ¿Es moralidad, es fariseísmo?

Hace unos días, en una tertulia, una persona estaba convencida de que si ilegalizan los prostíbulos y las casas de citas aumentaría con el tiempo el índice de violaciones. Es un poco fuerte y digno de reflexión. Como dijo Elbert Hubbard: « La responsabilidad es el precio de la libertad. De otra forma seríamos esclavos del descontrol.»