Para empezar el artículo que nos ocupa, permítanme que les ponga en contexto. Hace unos meses, se publicaron los ya famosos “audios de Anil”, unas conversaciones un tanto comprometidas, donde curiosamente no descubrimos nada nuevo, desveladas por el diario valenciano Superdeporte, donde el ya expresidente del Valencia CF mostraba su parecer respecto a algunos temas.

Esto causó un importante cabreo en la ciudad de València y en la sociedad valenciana, con reacciones de todos los agentes que no se hicieron de esperar. De hecho, se materializaron acciones concretas, como la exitosa manifestación contra Meriton, que proyectaron el problema a nivel internacional.

Entre los audios publicados, hay uno que me causa especial asombro. El “gestor”, como él mismo se autodenominaba, critica y asegura que los gobernantes valencianos son incapaces de vender la marca València. Además, a mi entender de manera muy desafortunada, pone otras ciudades como ejemplo.

En concreto, y para que sean conocedores de la situación, les voy a citar su declaración: “El Valencia tiene que saber exportar su marca. València como ciudad hemos intentado conjuntarnos con los políticos a nivel turismo pero es imposible”.

El señor Kumar, que además de dirigente ha ejercido con anterioridad labores de diplomático, se dedica a faltar al respeto constantemente en una sobremesa marcada por el sonido de las cucharillas, los hielos y los “pónmelo con cola”. Ni el mejor de los cómicos de nuestro país, salvando las distancias, estaría a altura de este discurso. Pero déjenme analizar en mayor profundidad, el tema que nos ocupa, porque ya les adelanto que nos quedan por repasar algunas aristas.

El Valencia CF, como muchos de ustedes saben, ha presentado en varias ocasiones la documentación del nuevo estadio ante el gobierno valenciano. En ningún momento ha cumplido con los acuerdos firmados, sino que se ha dedicado a ver cómo podía disfrazar un estadio “low cost” que nada tiene que ver con ese estadio de lujo - “cinco estrellas” que merece la ciudad y la afición.

Las promesas se las lleva el viento, el tiempo pasa y la situación del estadio sigue bloqueada. Tanto es así que Lay Hoon, la que fue presidenta del club, está de vuelta en la ciudad. La aparición por sorpresa de la mano derecha de Peter Lim puede ser un claro indicio de que ha venido a cumplir con un propósito: mediar entre el club y las administraciones para solucionar el tema de la Actuación Territorial Estratégica (ATE).

Las posturas de todas las partes son claras, evidentes. Los políticos valencianos le han visto las orejas al lobo y ya saben de que pie cojea la propiedad, aunque en mi opinión, han sido poco rigurosos y demasiado laxos en determinadas ocasiones. Algunos deben recordar, y espero que no se les olvide, que deben velar por el interés general de la sociedad valenciana, obviando fines partidistas y tratando de prestar la menor atención posible a cantos de sirena. El club, a través de sus delegados y mandatarios, busca a la desesperada una solución que evite, aún más si cabe, el colapso total.

Después de tantos años, puede que muchos de ustedes se pregunten: ¿Sirve a estas alturas, y después de todo, retomar el proyecto? A parte del club, con sus derechos urbanísticos, ¿gana realmente la ciudad? Lo cierto es que para que se hagan una idea de la importancia y repercusión que puede tener todo esto, les voy a citar un claro ejemplo: la reciente candidatura de nuestra ciudad a ser sede del Mundial de 2030. Así se lo ha hecho saber ya el president al Consejo Superior de Deportes.

Estos acontecimientos, sustentados en unas instalaciones de primer nivel, ayudarían a reforzar la marca València, esa de la que muchos han hablado sin darle la importancia, trascendencia o interés que tiene. Y no se les olvide de que todo esto pasa, necesariamente, por un proyecto con aforo para 70.000 espectadores, oferta lúdica o cubierta sostenible. De igual forma, pasa por una buena organización y engranaje de todas las piezas (administración, club, vecinos y resto de colectivos); pasa por la legalidad existente, cumpliendo las normas; pasa por trabajar con una mayor perspectiva turística, sin descuidar la deportiva. Y finalmente, pasa por entender que más allá de derechos, posicionamientos y cifras, la ATE también es una Actuación Turística Estratégica que afecta de forma global, y más particularmente en este campo, a los valencianos.