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El sector contra el fuego

El sector contra el fuego

El presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, ha citado mañana al sector agroalimentario en el Palau tras un verano donde los incendios otra vez han escrito demasiadas páginas negras en los periódicos. Es bueno que Puig se reúna con un colectivo que, sin duda y como ha demostrado siempre, es clave, incluso imprescindible, para la lucha contra el fuego. Lo primero que dejaré claro durante el encuentro es que el resto del sector agroalimentario es el que tiene la capacidad real de mantener los campos cultivados y de recuperar aquellos que en los últimos años se han abandonado por falta de rentabilidad. ¿Y cómo lo puede hacer? Sencillamente, pagando un precio justo a los productores agropecuarios que les permita cubrir los costes de producción y obtener un beneficio digno. Solo así será posible modernizar las explotaciones, ampliar las estructuras e incorporar a los jóvenes a un campo del que actualmente huyen porque lo ven un negocio ruinoso e incierto. Va siendo hora de que los otros eslabones de la cadena agroalimentaria valenciana y española se replanteen la necesaria rentabilidad del eslabón productor, que es el único que pierde dinero, no solo por tratarse de la base sobre la que el resto vive, y muy bien, sino también por su contribución medioambiental y su papel en la prevención de los incendios. Este verano ha vuelto a quedar en evidencia que las llamas no han llegado a las casas de los pueblos gracias a los huertos debidamente cuidados, que actúan como cortafuegos naturales. Pero es que además constituyen verdaderos refugios para que los equipos de extinción puedan hacer frente al avance del fuego. Por el contrario, los campos que se han dejado de cultivar, en lugar de frenar, lo que hacen es acelerar aún más las llamas. Esto es importante recordarlo porque la valenciana es la comunidad española que más tierras abandonadas tiene, con un total de 164.949 hectáreas, es decir, una de cada cinco. Somos el farolillo rojo cada vez más destacado a nivel nacional y muy probablemente en Europa. Un triste liderazgo que nos puede pasar una cara factura. Estamos, nunca mejor dicho, jugando con fuego.

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