Ultimamente estamos asistiendo a un movimiento global en auge que promueve hábitos de vida saludables que giran, principalmente, en torno a la alimentación consciente y el respeto al medio ambiente. En este propósito nos hemos implicado todos y todas de forma individual y colectiva, reduciendo el uso del plástico en nuestros hogares, siendo más cuidadosos con el origen de nuestra cesta de la compra y valorando a aquellas empresas con responsabilidad medioambiental. También a nivel institucional estamos promoviendo estos valores desde las escuelas, y ya es raro el centro educativo que no cuente con un huerto propio o que no haya restringido el consumo de productos procesados en sus recintos.

Sin embargo, en esta corriente no se ha tenido en cuenta el que es un factor clave en la promoción de la salud integral de las personas: la salud mental. Habíamos olvidado, si no, penalizado, el valor de la correcta gestión de las emociones, y ha tenido que llegar una pandemia para que el mundo se diera cuenta de la importancia que tiene para el bienestar de nuestras sociedades ese equilibrio tan necesario entre cuerpo y mente.

En la Comunitat Valenciana hemos sido pioneros en la gestión de esta crisis social y nos hemos puesto manos a la obra creando, en abril de 2021, la figura del Comisionado de la Presidencia de la Generalitat para el Plan Valenciano de Acción para la Salud Mental, Drogodependencias y Conductas Adictivas.

El compromiso asumido por el president Puig empieza diseñando un nuevo plan autonómico de salud mental que está a las puertas de ver la luz y que cuenta con la participación de la sociedad civil, pacientes, personas expertas y personal sanitario. Pero también implantando de manera prioritaria un plan de choque centrado en la población infantil y juvenil que ya ha empezado a desarrollarse. Este plan de choque está centrado en promover una correcta educación emocional, también desde edades tempranas. Nadie pondría en duda la conveniencia de enseñar a nuestra infancia la necesidad de una correcta higiene personal, y de la misma manera es importante enseñarles a nuestros niños y jóvenes a mantener el equilibrio emocional y a gestionar sus sentimientos de forma que nos les generen bloqueos o inseguridades que les puedan convertir en adultos frustrados e infelices. En este propósito se ha centrado prioritariamente la acción del Gobierno Valenciano, y para ello se han creado y puesto en marcha equipos de atención comunitaria, dentro y fuera de los centros escolares, para que trabajen desde la prevención, mano a mano con el personal docente, ofreciendo a niños y jóvenes herramientas que les permitan identificar y combatir el estrés y la ansiedad.

Por su parte, los ayuntamientos, por ser las instituciones más próximas a la ciudadanía, no podemos defraudar en este propósito. Tenemos la capacidad de mejorar las vidas de las personas y estamos moralmente obligados a aplicar las políticas autonómicas dentro de nuestros términos, facilitando, desde la colaboración institucional, la implantación de servicios ,como el SASEM, de atención a la población con enfermedad mental y a sus familias, porque, de la misma forma que promovemos el bienestar general del individuo a través de la práctica del deporte, debemos mediar porque nuestras sociedades estén físicamente preparadas, socialmente atendidas y orgánicamente equilibradas.

Integrar la asistencia emocional como uno más de los recursos que nos brinda la sanidad pública, es una garantía de futuro para nuestras sociedades.