tribuna

Reyes Magos todo el año

La Atención Primaria tiene nombre de mujer en Andalucía, las médicas encabezan las plantillas en los centros extrahospitalarios.

La Atención Primaria tiene nombre de mujer en Andalucía, las médicas encabezan las plantillas en los centros extrahospitalarios. / Álex Zea

Cristina García Casado

Cristina García Casado

Este nuevo año ha aparecido en nuestras agendas casi sin avisar. Ya estamos en 2023. Casi tres años han pasado desde el inicio de aquel confinamiento que intentó frenar el avance del Sars-CoV-2 en España. Este tiempo se ha hecho muy largo y muy corto a la vez, como un flash que te ciega y es terriblemente molesto, pero dura solo un segundo.

Obviamente, para España, el covid no ha durado solo un segundo, pero no podemos negar que, hoy en día, estamos muchísimo mejor – sanitariamente hablando – que en aquel febrero de 2020. Sin banalizar por lo que siguen pasando muchos pacientes y por lo que muchos países siguen sufriendo, hemos de admitir que para España ya ha pasado lo peor. Ese primer guiño y ceguera tras el flashazo ya han ocurrido.

Ahora estamos abriendo los ojos poquito a poco para ver los resultados del esfuerzo llevado a cabo. Benditos sanitarios – y qué poco nos acordamos ahora de aquellos aplausos - y benditos investigadores – y qué poco hemos reconocido su labor-. Sin ellos, hoy no estaríamos tomando una caña alegremente en un bar, ni estaríamos educando presencialmente a las futuras generaciones. Las vacunas para covid han marcado un antes y un después en la historia de la humanidad y especialmente en la historia de la medicina. No somos conscientes de la puerta que se ha abierto para curar o prevenir todo tipo de enfermedades. Ojalá se desate todo su potencial en los próximos años. Ya estamos oyendo hablar de «vacunas de RNA» en fases avanzadas de investigación no solo para inmunizar contra enfermedades sino también para combatir el cáncer, para VIH, para terapia génica de infinidad de síndromes genéticos…

Todo un catálogo de posibilidades que –esperemos– sean bien financiadas y desarrolladas con garantías en nuestro país. Tenemos un país de grandísimos investigadores, de verdad, no es chiste.

España sabe hacer turismo, construir, salir de fiesta y comer muy bien, pero a todo eso añadimos que la investigación que aquí se realiza tiene una calidad excepcional y unos resultados increíbles. Si, además, tenemos en cuenta que los recursos destinados a ello son ínfimos, paupérrimos, deplorables –inserte usted aquí el adjetivo pobre y triste que desee– la conclusión es clara: tenemos unos investigadores que no son científicos, son magos. Esperemos que nunca se cansen de dar un buen espectáculo. Que su número maestro siga siendo conseguir proyectos y contratos de 1-2 años para poder mantener su grupo abierto a la vez que intentan dar algo de «estabilidad» a sus trabajadores – para los cuales la mayoría de los proyectos de financiación no contienen partidas de contratación– sin dejar de publicar artículos de investigación mientras dan clase en las Universidades y luchan por conseguir los méritos para una plaza –con suerte, antes de los cuarenta y cinco años-. Que nunca se cansen de estos malabares por favor.

Es magia real que España esté entre los líderes mundiales en ensayos clínicos de nuevas terapias, es magia que estemos entre los primeros puestos en nuevas patentes en Europa. Que tengamos un personal hospitalario que eleve algunos de nuestros hospitales a estar entre los mejores del mundo ya no es magia, es un milagro.

Todos ellos sobreviven en un entorno hostil, precario, permanentemente ninguneados, pero realizando una investigación biomédica de altísimo nivel que no merecen nuestros gobiernos. Nuestros investigadores y sanitarios son magos sí, pero también son los Reyes en esto de sobrevivir y, encima, trabajar bien. Son nuestros Reyes Magos todo el año. Tengamos presente el regalo que nos han hecho: hemos dejado atrás la amenaza del covid, desean mejorar nuestra vida, recuperar nuestra salud, batallar en otros muchos frentes. No nos olvidemos nunca de ellos, luchemos porque se queden, y se queden bien.