Callejeando por la ciudad de Valencia en la calle Castellón, una calle relativamente estrecha, aparece en toda su magnitud la Casa Judía o la Casa Egipcia, como algunos también la llaman. Una finca, como decimos en Valencia, construida en 1930, que parece el decorado de una película de los años treinta del siglo pasado. Llena de color (amarillos, naranjas, marrones…), de columnas y pilastras (orientales, egipcias, babilónicas…), de balcones, de ventanas… nada que ver con el resto de los edificios emblemáticos de la ciudad.

Porqué de Valencia se conoce su Mercado Central, su Estación del Norte o su Plaza de Toros, pero la Casa Judía es aún una sorpresa escondida.

En ella vivió seguramente el más importante diseñador gráfico español del siglo XX, el valenciano Josep Renau. También podría haber vivido Pumby, el gatito feliz del también valenciano José Sanchis. Michael Jackson, Andy Warhol o Alaska la amarían, porqué la Casa Judía también podría ser una casa Pop, de la Movida o posmoderna. Una casa que podría aparecer en una película de Bollywood. Pero no todo tiene que ser amor hacia ella. Casi con toda seguridad, Adolf Loos, el arquitecto que hablaba de la ornamentación como delito y los diseñadores del Movimiento Moderno renegarían de ella. Unamuno viéndola se ratificaría en su idea de que a los valencianos nos pierde la estética…

¿… y por qué ese nombre de Casa Judía? Varios motivos llevan a ello. Quizá el principal la Estrella de David en su puerta principal; también por el que encargo construirla, Yosef Shalom (José Salón), seguramente de origen judío y un último motivo, hasta los años sesenta del siglo XX era un lugar de reunión para fiestas y actos religiosos de los habitantes de religión judía de la ciudad.

Su “hacedor” fue el arquitecto Juan Francisco Guardiola, un suecano ilustre. Guardiola estudio en Barcelona y fue uno de las decenas de discípulos de Gaudí (ese loco, beato, genial) De ideología socialista, fue concejal y alcalde de Sueca. Entre sus obras el Ateneu Suecà de Socors y la casa Xina. Casa Xina de Barcelona construida para su hermano, que produjo de todo menos indiferencia en los barcelonenses y sigue una línea estética parecida a nuestra Casa Egipcia.

La inspiración, los referentes dicho en más “moderno”, de Guardiola pudieron venir de sus viajes a Asia, aunque en general se le suele considerar como de estilo Déco. Déco, ese estilo decorativo de los años veinte y treinta del pasado siglo. Ese estilo a no confundir con el Art Nouveau, el Modernisme valenciano, también decorativo pero de finales del siglo XIX e inicios del veinte. Estilo que tiene en Valencia ejemplos como el antiguo Cine Jerusalén y el Cine-Teatro Rialto, actual sede de la Filmoteca valenciana, del que recomendamos intensamente una visita a su cafetería. Quizá habría que completar su definición estilística con el concepto de eclecticismo, de mezcla de estilos. En su abigarrada fachada conviven o convivían toda una serie de neo-estilos: neo-egipcio, neo-babilónico, neo-hindú…

Hasta ahora hemos estado hablando de la fachada. Esta sería la parte emblemática de nuestro edificio, pero la Casa Judía es un edificio de viviendas y quizá a veces se olvida. Un edificio con dos viviendas en cada uno de sus pisos, de unos 100 metros cuadrados. Originariamente con tres habitaciones, baño, cocina y comedor y decimos originariamente porque el edificio a lo largo de su historia ha sufrido múltiples transformaciones. Transformaciones tanto en sus viviendas, en muchos casos reformadas, como en su fachada.

De la fachada han desaparecido respecto a la construcción original, sus remates de estilo neohindú o las columnas neo-egipcias de la planta baja. Transformaciones y cambios que tienen que ver con su falta de protección legal, protección que diferentes asociaciones culturales

valencianas han solicitado, sin hasta el momento ningún resultado. El edificio nos transmite una especie de sensación de alegría de vivir, con sus colores y su luz. Es una especie de “orgia de luz y color”, algo así como una “paella arquitectónica”.

Pero había un elemento, actualmente desaparecido, que ejercía una especia de contrapeso a esta alegría arquitectónica. En los bajos había una inscripción en una puerta en hebreo que preguntaba “¿Estás muerto?”. Una inscripción desasosegante, que rompía con esa especie de vitalidad del resto de la Casa. Se ha interpretado como una forma de ocultación de las actividades que se realizaban en el edificio.

Casa judía, Casa egipcia, quizá también podríamos llamarla Casa Babilónica…

Especial, original, inolvidable. Uno de esos sitios donde si me pierdo pueden encontrarme.