Si este año l'Alcúdia celebra el veinte aniversario del desvío de la N-340 y la reconversión de su anterior trazado por el interior del núcleo poblacional en la gran avenida Antonio Almela, considerada una transformación urbana modélica, hay otras localidades de la Ribera donde la adaptación de las viejas travesías sigue siendo una asignatura pendiente, un factor que muchas veces responde a la falta de recursos económicos y otras, simplemente, al escaso interés municipal.
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En la capital de la Ribera Baixa, tras la inauguración en julio de 2008 de la flamante A-38, el consistorio se frotaba las manos con la posibilidad de que la antigua travesía de la nacional 332, que tiene un recorrido de aproximadamente 3,5 kilómetros en el caso urbano, fuera desafectada. Esto es, pasara a ser de titularidad municipal y se reconvirtiera en un bulevar vertebrador: la gran avenida comercial con la que no cuenta.
Para ello existía un compromiso del Ministerio de Fomento, mediante el cual éste debía abonar al municipio un millón de euros para que el ayuntamiento pudiera realizar las obras pertinentes que integraran en el paisaje urbano la otrora molesta carretera y se pusiera fin a la división en dos de la ciudad.
Pero la crisis también se ha cruzado en el camino de esta aspiración suecana. En una reciente respuesta parlamentaria al diputado Ricardo Sixto (EU), el Ejecutivo central justifica que hasta la fecha la N-332 no haya sido devuelta a la ciudad por falta de dinero y «debido a la necesidad de alcanzar los objetivos de estabilidad presupuestaria, en cuyo marco sólo se puede hacer frente a los compromisos de gasto de los convenios en vigor».
Sueca no renuncia
Como alternativa, el Gobierno propone la cesión sin contraprestación económica alguna, una práctica habitual durante los últimos dos años. Sin embargo, desde el consistorio suecano se muestran absolutamente contrarios a esa posibilidad. El edil de Urbanismo, Enrique Vidal, deja claro que «no vamos a aceptarla sin dinero. Existe un compromiso por parte del Estado y se ha de cumplir». El concejal señala que las arcas municipales no tienen porqué asumir ese coste y pide que se adecente previamente.
La idea del ayuntamiento es que de cara a un futuro el vial conformado por la avenida del Gandient, la Ronda d'Espanya, la del Cabanyal y la calle 9 d'Octubre se reconviertan en un bulevar.
«La intención es que sea una zona para que los vecinos puedan pasear y si además se convierte en un eje comercial, entonces mejor que mejor», expresa Vidal. Esto permitiría, por otra parte, revalorizar las casas y dar un impulso a los negocios de la zona, muchos de los cuales aseguran haber notado un bajón tras la puesta en marcha del desvío.
Sollana, sin interés
El caso contrario se da en Sollana, que consiguió sacar fuera del pueblo la N-332 en 1996 tras años de lucha vecinal. Durante décadas, los residentes de la zona vivieron un auténtico calvario de atascos, ruidos y contaminación. Tras liberarse de aquella pesadilla, la calzada rezuma tranquilidad, pero la carretera sigue tal cual.
El tráfico rodado se limita a los vehículos que circulan por la población y a los camiones que acceden o vienen del polígono industrial del Romaní, pero los numerosos semáforos todavía llenan la denominada avenida Ribera Baixa y la de Almussafes.
El consistorio no tiene interés en reurbanizar por ahora esta 'cicatriz' y tampoco ha pedido la desafectación. Sólo existe un documento de cesión de uso y mantenimiento. «La principal reivindicación es que nos hicieran la circunvalación y ya se hizo en su momento», explica el edil de Urbanismo, Tomás Belda.
Lo cierto es que hace unos pocos años se planteó la posibilidad de crear otra avenida exterior paralela al marjal, pero la falta de acuerdo político acabó dejando el proyecto en un cajón.