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El 64 % de los municipios de la comarca ha perdido ciudadanos en el último año

El 64 % de los municipios de la comarca ha perdido ciudadanos en el último año

La Ribera se queda con 301.625 habitantes, 953 menos que en 2014, como fruto de la continuada marcha de inmigrantes por la crisis económica y la menor natalidad - Los núcleos urbanos más poblados aguantan el descenso y suman algún vecino

Algunos mensajes políticos cargaron hace años y lo siguen haciendo ahora contra el efecto llamada, ese movimiento migratorio provocado por la acogida mínimamente humana que se realiza en los pueblos valencianos. Durante décadas de opulencia económica el territorio autonómico y también el comarcal se situaron como un entorno de acogida de miles de inmigrantes que, sobre todo llamados por el sector agrícola, pensaron que en las localidades alrededor del Xúquer podrían construir un futuro más halagüeño del que tenían en sus países. A zonas como las del Marquesat o la Vall dels Alcalans, por ejemplo, también llegaron nuevos vecinos procedentes de rincones europeos, que llenaron urbanizaciones. Sin embargo, cuando el sistema económico capitalista reventó en 2008 el efecto dominó empezó a tumbar fichas hasta nuestro días. Las últimas cifras aportadas por los sistemas estadísticos de referencia sitúan al territorio valenciano por debajo de los cinco millones de habitantes tras tres años seguidos de retroceso demográfico. La revisión fija en 4.980.689 los vecinos empadronados el primer día de este 2015 en los 542 municipios valencianos, 24.155 menos que un año antes. Esta pérdida, aunque apenas supone un -0,48 %, fue la más elevada en números absolutos de toda España, bajándose por primera vez en muchos años de los cinco millones. Dos de cada tres ayuntamientos ven menguar su padrón y otros 95 están estancados, pues se mantienen en el crecimiento cero o su ganancia no llega al 1 %. Es decir, que ocho de cada diez „449 municipios„ pierden habitantes o apenas crecen.

La mayoría de los pueblos de la Ribera pierden habitantes, siendo muy preocupante la situación en los más pequeños, situados en el interior. Sólo se libran Benifaió (con el ascenso más importante con 94 habitantes nuevos en un año), l'Alcúdia (+ 76), Alginet (+ 84), Almussafes (+ 15), Alzira (+ 36), Beneixida (+ 4), Càrcer (+ 13), Carlet (+ 46), Catadau (+ 7), Corbera (+ 2), Favara (+ 31), Fortaleny (+ 5), Montroy (+ 34), Montserrat (+ 29), la Pobla Llarga (+ 12), Riola (+ 3), Sellent (+ 4) y Sollana (+ 9). Por tanto son 17 poblaciones las que ganan algún vecino, mientras el resto hasta 47 fueron deficitarias en 2014. Con todo, son el 64 % de las localidades las que han visto menguada su población, materializándose en 953 vecinos y vecinas menos en la comarca, tanto en la Ribera Alta como en la Baixa. El descenso se sitúa en el cómputo global en el 0,33 %, siendo del 0,29 % en la Ribera Alta y del 0,37 % en la Baixa.

La mayoría de las localidades que consiguen que su población repunte ligeramente son de tamaño considerable. Cascos urbanos que siguen concentrando vecinos en detrimento de las zonas interiores. Sin embargo, también existen ciudades como Alberic que reduce su población en 328 vecinos, o Cullera, que pierde 225 habitantes en un solo año. Otros datos importantes se dan en Algemesí (175 ciudadanos menos), Carcaixent (con 134 menos) o Turís (con sesenta menos). Localidades como Antella, Sumacàrcer, Gavarda, Sellent, Real, Manuel o l'Ènova agravan un problema de despoblamiento que les ha llevado, en algunos casos, a registros no conocidos en las últimas décadas y que exigen planes para conseguir vecinos.

Además, el retorno de población de otros países que durante la época de bonanza se estableció en pueblos ribereños ha afectado, principalmente, a un sector de la ciudadanía joven y trabajadora, por lo que los municipios intensifican así su proceso paralelo de envejecimiento, que también multiplica su efecto por la menor natalidad por los problemas económicos de las familias.

La situación provoca que en algunos municipios sea complicado mantener algunos de los maestros que ejercen en las escuelas, por lo que muchos alcaldes y alcaldesas abogan por la mancomunidad de servicios como método de ahorro y de asegurar la disponibilidad.

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