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Tamborada en Alzira: La bienvenida más sonora tras la pesadilla

Tamborada en Alzira: La bienvenida más sonora tras la pesadilla

La bienvenida más sonora tras la pesadilla

La banda de tambores de la hermandad de María Magdalena rinde un emotivo homenaje a su director al regresar a Alzira después de 89 días ingresado

La gran familia que conforma la banda de tambores y timbales de la hermandad de María Magdalena de Alzira rindió ayer un sonoro y emotivo homenaje a su director, Salva Pinto, que el martes regresó a casa con el alta médica tras permanecer 89 días ingresado en el hospital por culpa del coronavirus, 68 ellos de ellos en la UCI.

Fue un reencuentro inesperado para él, que llegó «engañado» a la plaza de Cartonajes tras pasar por la peluquería, y que escuchó uno de los toques que había preparado para las procesiones de Semana Santa, suspendidas por la pandemia. «He visto gente de rojo -uno de los colores de la hermandad- y pensaba que era una manifestación, no me lo esperaba», reconoció Pinto, que rompió a llorar emocionado en diferentes ocasiones. La escena se repetía también al otro lado, ya que muchos de los integrantes de la banda de tambores no pudieron contener la emoción. Numerosos amigos se acercaron a arropar a Pinto en este recibimiento presidido por una pancarta con el lema: «Al teu ritme, director. Benvingut».

«Lo hemos pasado muy mal, hemos sufrido mucho con él, pero lo ha conseguido superar. Sabía que es fuerte y que lo superaría», comentaba Lydia Martínez, que se siente una integrante más de la banda a la que pertenece su hijo, mientras anunciaba su intención de integrarse plenamente. «Me voy a apuntar por él», comentaba.

«Somos una familia grande»

Vicent Mira, que en los momentos de espera animaba a los compañeros a poner el alma en el recibimiento -«tocar como si se fuera a acabar el mundo»-, se emocionaba también al hablar del director. «Somos una familia grande y nos queremos todos», comentó.

La secretaria de esta banda formada mayoritariamente por mujeres, Alicia Diaz, explicó el seguimiento del estado de Pinto que todos los integrantes de la misma han realizado desde que entró en la UCI del Hospital de la Ribera el 26 de marzo y, posteriormente, en la Fe, donde fue trasladado a principios de abril para que le aplicaran la terapia de oxigenación con membrana extracorpórea que le ha salvado la vida. «Hemos estado siempre en contacto, no le preguntábamos a su mujer para no hacernos pesados, pero cuando nos daba alguna noticia todos a una les arropábamos, dándole todas las fuerzas que podíamos», comentó.

Cuando el coche que transportaba a Salva Pinto se detuvo ante la plaza de Cartonajes y pudo identificar a los compañeros de la banda de tambores se emocionó. Todavía muy débil y apoyado en un andador, bajó a saludar. Los tambores le homenajearon con varios toques y, posteriormente, los integrantes de la banda le entregaron diversos regalos, entre ellos una placa conmemorativa y una gran postal con dedicatorias personalizadas. Entre sucesivas felicitaciones por su recuperación, una de las asistentes le leyó una poesía. «Vixca el nostre director», corearon en algunos momentos.

«No me lo esperaba, no entendía si íbamos a casa por qué teníamos que pasar por aquí..., me han engañado, pero ha sido muy agradable», comentó Pinto, mientras relataba los difíciles momentos vividos en el hospital durante su larga estancia. «Han sido casi tres meses sin ver a la familia -reconoció que ha sido lo más duro-, ni a los amigos ni a nadie, cerrado en una habitación. Todos los días era lo mismo y llega un momento en que no puedes más, pero siempre he mantenido la esperanza», comentó.

«Pesadilla con final feliz»

Pinto destacó la fuerza que le han transmitido sus amigos y en particular Andrés, que, según dijo, «me ha llamado todos los días a la misma hora». Por otra parte, agradeció el trato de los médicos y personal de la Fe en general, y de los facultativos del Hospital de la Ribera que gestionaron su traslado a València. «La atención ha sido de diez».

Su mujer, María Jesús Bravo, que en las últimas semanas le ha acompañado en el hospital, dijo despertar de una «pesadilla con final feliz». En concreto, recordó los días en los que la única buena noticia del parte médico era que «no ha ido a peor».

«Él ha estado sedado hasta que despertó, ha tenido arritmias, derrames pleurales.... ha sido un proceso muy largo que, como nos decían los médicos, les ha hecho sudar la camisa todos los días, pero con la fortaleza que ha tenido y el trabajo de los médicos, que han peleado mucho para sacarlo adelante ha salido..., ha sido un milagro», indicó Bravo.

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