Con el encargo de 12 jaulas para guardar y trasladar las sillas de plástico que habitualmente están al alcance de la ciudadanía en los espacios públicos de Almussafes, el Ayuntamiento reafirma su apuesta por esta iniciativa creada en 1998 y con la que se busca fomentar las relaciones entre la ciudadanía. «Las personas que nos visitan se extrañan porque no es habitual que estén a su alcance para sentarse y hacer un alto en su camino o para disfrutar de una charla agradable en compañía de amistades y vecindario. Los beneficios son múltiples y por eso van a seguir presentes», sostiene la concejala de Urbanismo y Medio Ambiente, Davinia Calatayud.

Las sillas forman parte del paisaje urbano almussafense desde 1998 y con el paso del tiempo se han convertido en todo un símbolo asociado al ocio, las fiestas y a los encuentros amistosos y vecinales. A pesar de que hayan tenido que ser retiradas tras la declaración del estado de alarma con el objetivo de evitar toda fuente de contagio por coronavirus, esta circunstancia no supondrá el fin de la apuesta del ejecutivo local por esta herramienta social creada para fomentar las relaciones entre la ciudadanía.

La prueba es que el ayuntamiento ha encargado la fabricación de 12 jaulas autoapilables para facilitar su traslado y reducir al máximo el espacio que ocupan en el almacén municipal. Se trata de unas estructuras de hierro galvanizado que permitirán agrupar las sillas en conjuntos de 80 y en las que se invertirán 5.580 euros. La empresa encargada de su ensamblaje es Fran & Mi, cuyo propietario es de la localidad.

Para un millar de personas

La gestión de estos asientos suele ser constante, porque no solo se utilizan para que la gente se reúna en pequeños grupos, sino que sirven para el establecimiento de patios de butacas en actos públicos en los que llegamos a reunir a más de un millar de personas.

El mantenimiento de las 2.000 sillas, de las cuales 400 suelen estar distribuidas en parques y zonas verdes y el resto se utilizan para actos públicos, requiere una inversión anual que ronda los 12.000 euros. Este año, debido a las medidas adoptadas para frenar la expansión del Covid-19, se han tenido que guardar. «Las personas que nos visitan se extrañan porque no es habitual que estén a su alcance. Los beneficios son múltiples y por eso van a seguir presentes. Solo pedimos que las cuiden», concluye la concejala.