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Una noche con la Montecarlo

Una noche con la Montecarlo

La mítica orquesta de la Safor recorre durante todo el año la Comunitat Valenciana y provincias cercanas - El jueves pasado actuaron en Potries

Ponen la banda sonora a las noches del verano y son indispensables en cualquier fiesta de pueblo que se precie. Son las orquestas de las verbenas, entre las cuales las valencianas han alcanzando un nivel para quitarse el sombrero. En este sentido, el camino lo abrió hace casi 40 años la Montecarlo, desde la comarca de la Safor. Para conocer las claves de su éxito y cómo empezó el mito, Levante-EMV pasó una noche con ellos, el jueves pasado, aprovechando una actuación en el marco de las fiestas de Potries.

La Montecarlo está tan solicitada que en agosto salen a un bolo por día, y a estas alturas del verano ya se nota algo el cansancio. Y es que son cuatro horas de espectáculo en directo, con un descanso de media hora. Los cantantes, además, bailan coreografías toda la noche, con el esfuerzo físico que ello supone. Desde junio y hasta que acabe septiembre, en la gira «Contigo 2017», habrán realizado más de 60 actuaciones, un centenar durante todo el año. El 80% en municipios de provincias valencianas, pero también en otras cercanas, como Burgos, Toledo, Guadalajara o Albacete, además de Madrid. Tras el verano baja el ritmo, pero siguen operativos, sobre todo en recintos cerrados, por ejemplo tienen previsto tocar en el Benidorm Palace.

La orquesta la forman una veintena de personas, entre cantantes, músicos, técnicos, operarios de montaje y un chófer. Los cantantes son el gandiense Eduard Forés, Pablo Ábalos, Esther Ortega y Paula Espinosa. Todos residen en València, excepto Esther, que es de Elda. Los músicos son Eloy Ibáñez (guitarra), Raúl Cerezo (guitarra), David Martínez (trompeta), Álex Grau (saxo), Andrés Alzate (trombón de varas), Moisés Cerezo (hermano de Raúl, bajo), Rubén Salamanca (batería), y Héctor Valero, teclista. Eloy y Moisés también cantan varios temas. Algunos de ellos compaginan la orquesta con otros proyectos musicales. Paco Santiago es el técnico de sonido y Javier Cloquell el responsable de iluminación y montaje.

Precisamente, los primeros en llegar a la plaza, y los últimos en irse, son Javier y los seis montadores. A las 17.30 horas ya estaban allí instalando el escenario. El máximo es de 10 metros de ancho por 8 metros de fondo. La altura no suele variar; son 9 metros. En esta ocasión, debido a las reducidas dimensiones de la plaza de Potries, optan por un escenario pequeño, de 7 metros de ancho, que deben encasquetar entre cuatro árboles.

La Montecarlo siempre se ha caracterizado por sus montajes a lo grande, fijándose en las orquestas gallegas, las referentes en España. En cuanto a la iluminación destacan sus 60 cabezas móviles y una pantalla trasera de 40 metros con LED. El equipo de sonido tiene más de 25.000 vatios de potencia.

A las 22 horas los montadores se van a descansar. Luego regresarán, a las cinco o las seis, para recogerlo todo... y viajar esa misma tarde para instalar en otro destino. A las 22.30 horas, músicos y cantantes hacen la prueba de sonido. Momentos antes ha pasado una procesión por la plaza. Los cantantes calientan la voz y los músicos afinan los instrumentos. ¿Hay nervios? «No muchos, porque está todo bastante pautado», confiesa Pablo, pero añade que queda margen para la improvisación, «de hecho el público nota ese buen rollo, y lo agradece».

Pasada la medianoche empieza el «show». Los focos iluminan a los cuatro cantantes. Eduard Forés es el artista más mediático, debido a su etapa anterior como periodista y presentador de concursos en Canal 9, aunque él reparte méritos y destaca el trabajo en equipo. Además, Forés ya lleva 16 años subido a las tablas de la Montecarlo.

La actuación comienza, a decir verdad, con menos público del esperado. Se trata de un pueblo pequeño (mil habitantes) y es un día entre semana. Pero conforme avanzan las horas va llegando gente, atraídos por la música. Entonces, Esther hace una petición desde arriba: «Juntaros todos, que vamos a haceros una foto para el Facebook». Como si se tratara de unas palabras mágicas, la famosa foto sirve de revulsivo. Más tarde, sobre las 2.30 horas, la orquesta invita a los festeros a subir. Los jóvenes corean un tema de Morat y luego ellos mismos se animan a cantar a capela «La Gozadera». Otra «estrategia» que tienen los cantantes para calentar la pista es saludar a la población en la que estén tocando. O apelar a la nostalgia: «Esta canción seguro que la conocéis». «Y, a veces, cosas tan simples como lanzar un balón hinchable también les anima», sigue explicando Pablo.

La orquesta tiene un repertorio que va de menos a más, pero se adapta a los gustos del público. En la primera parte repasan ABBA, el pop-rock español de los 80, los 90, o los ritmos rumberos y latinos, donde este año no pueden faltar el «Despacito» y otras canciones del verano. También hay un mix en valenciano, con éxitos de Obrint Pas o La Gossa Sorda. El segundo bloque es más rockero. Pablo borda a Bon Jovi, y todos acaban bailando el housero «Flying Free», de Pont Aeri, o el «We are the champions».

Son las cinco de la madrugada y en Potries se acaba la fiesta. Pero, como cantaba Freddie Mercury, el espectáculo debe continuar. En unas horas la caravana de la Montecarlo se pondrá en ruta hacia otra verbena.

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