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las bicicletas no son para el verano

M e encanta el ciclismo pero sin la misma pasión que tienen mis amigos, el castellonenc Juanjo Payà y el «javiense» César Rodríguez. Payà es un estudioso de las bicicletas y Cesar, además, ha tenido cargos muy importantes en la Federación de Ciclismo. Son mis referentes en el arte de las dos ruedas. Para ellos una foto dedicada en persona por Merckx, Marteens, Hinault o de nuestro malogrado Luis Ocaña sería como tocar el cielo.

En la Vuelta a Levante de 1969, que ganó Eddy Merckx con llegada y salida en Gandia, conocí personalmente a Luis Ocaña en su hotel de concentración, con foto en blanco y negro incluida, hoy en poder de mi buen amigo y fotógrafo ocasional Paquito Heras. El padre del pastelero.

Luis Ocaña, poco antes de ganar el Tour de Francia y su equipo, el BIC, se alojaron en el pequeño Hotel Europa del Grau, propiedad del Práctico del Puerto, Don Vicente Llamosí. En plena azotea destacaba, a lo pararrayos, una Virgen del Carmen de mármol. Don Vicente, el dueño, era ultra católico. El apogeo del puerto, convirtió a aquel hotel en un lugar idóneo para hospedarse. Su restaurante, dirigido por el cocinero Don Emilio, era junto con el As de Oros en Gandia, un lugar de encuentro para la gente adinerada. El Europa lo visitaba a diario para comer, Don Rafael Sánchez Mazas, ministro sin cartera con Franco, fundador de la Falange, padre del escritor Sánchez Ferlosio, abuelo de Máximo Padrera y coautor del Cara al Sol. ¡Ahí es nada! En valenciano: ¡quasi res portaba el diari!». Todos los inviernos, por su delicado estado de salud, se hospedaba en el Hotel Bayren de la Playa de Gandia. Allí se le conocía como el Señor Sánchez. El Marlboro se lo hacía chas…

Pero, sigo con las bicicletas que es lo que nos ocupa a día de hoy. Mis «amigos» los gobernantes gandienses acaban de anunciar al son del Tío de la Porra que la séptima etapa de la Vuelta Ciclista a España saldrá desde Gandia con destino al Balcón de Alicante. Si el «maligno bicharraco» lo permite, sucederá el 20 de Agosto. Los políticos con su alcaldesa al frente, una vez más, se han vuelto a lucir. Ya no cuelan discursos tan simplones y repetitivos como «La Vuelta, es una magnífica oportunidad para que Gandia se reactive como destino turístico y se proyecte al mundo» o, «La promoción turística que se pueda hacer de la Ciudad Ducal a través de la televisión es una de nuestra prioridades porque la Vuelta se emite para todo el planeta, sin olvidar el impacto económico». Los bla, bla, bla de siempre.

Aunque no sea mi estilo, lamento contradecirles. La Vuelta a España a Gandia lo único que le ha aportado son gastos y algún que otro disgusto. Recuerdo a un imbatible José María García poner a parir por las ondas al alcalde Salvador Moragues (DEP) y a la misma ciudad. No dejó títere con cabeza. Y todo por un nimio problema de ubicación y de suministro de su unidad móvil. Gandia salió muy mal parada. «Butanito», era el «Rey de las Ondas» con millones de oyentes, y además creyentes. Lo que él decía, iba misa.

Gandia y su playa llevan sesenta y pico de años ganándose a pulso el pódium turístico, que exhibe en la actualidad. Tiene una preciosa playa y una bonita ciudad pero en turismo, da lo que da. Hay que olvidarse, ¡pero ya!, de la imposible desestacionalización de la playa, que sigue siendo usada por los políticos como tabla de salvación para seguir despistando al personal.

Los únicos que saben de la rentabilidad de la Vuelta son los de Unipublic, organizadores de la misma. Son los encargados de involucrar y sobre todo vender la carrera, al Gobierno, Autonomías, Diputaciones y a los Ayuntamientos. Pero poniendo sus condiciones.

Como empresa, su misión es ganar dinero. Si no fuera rentable no harían ni la vuelta a una rotonda. Para ellos, lo de amor al deporte y a los pueblos visitados hace siglos que pasó a mejor vida. «¡El negoci és el negoci!».

La concejala de deportes Lydia Morant, oliéndose la tostada, va a pedir que la totalidad de la caravana ciclista se hospede en Gandia y playa, la noche del 19 de agosto. Un día antes de la salida. Hay dudas razonables para pensar que «la serpiente multicolor» duerma en Cullera. Si no toda, casi toda. Además, quiere que la salida sea en la playa para enseñar al mundo desde las alturas, su espectacular «morada».

Los entendidos dicen que la llegada en las etapas, por su espectacularidad, es mejor que la salida. En coste, también más caro. La salida tampoco es un «regalo» por mucho que el Ayuntamiento, en este caso el de Gandia, la disfrace a cargo de la autonomía y diputación.

No es de recibo programar una etapa con un montaje de esa envergadura en un repleto mes de agosto, donde no cabe un alfiler, con salida a las doce del mediodía, cuando más bochorno hace, así como entorpecer el ya denso tráfico veraniego. Y sólo por salir un ratito en la tele. Calleja, con su «Volando Voy», pilotando su «autogiro cascarón», vendría gratis con una hora de programa, para hacer sus «gracietas» con jubilados gandienses. Mediaset tiene la palabra.

Eventos deportivos cuya difusión del lugar es casi imperceptible para el espectador, ni son eventos ni son lugares. Son simples juegos de malabares.

Gandia no está para dispendios de ese tipo. No los necesita, y más en pleno y rebosante agosto. Con lo bien que iría ese dinero a las entidades deportivas locales o, como retorno publicitario, para el CF Gandia, que en sus mejores épocas de campeón paseaba el nombre de la Ciudad Ducal por toda España. Los blanquiazules se merecen eso y mucho más. Pequeños ayuntamientos como Éibar y Huesca hace tiempo que lo entendieron. Lo del Villarreal ya son palabras mayores.

«Amo la bicicleta. No puedo pensar en un ser humano decente, hombre o mujer, joven o viejo, santo o pecador, que pueda resistirse a la bicicleta». William Saroyan.

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