La segunda prospección realizada en el subsuelo del cementerio municipal de Gandia para encontrar los restos de las personas que fueron fusiladas al término de la guerra civil por el régimen de Franco ha concluido sin poder conseguir ese objetivo.

La empresa Arqueoantro, que ha realizado esas labores, buscó en la parte trasera del cementerio, según se entraba antiguamente cuando se llegaba desde Bellreguard, donde han aparecido algunos restos humanos, pero en todos los casos certificando que se trata de enterramientos ordinarios de personas fallecidas por causas naturales. En esa época de la guerra y la posguerra era muy habitual que quienes no tenían recursos económicos recibieran sepultura en el suelo, formando hileras a modo de fosa común.

En la primera prospección, que también incluyó una excavación en el pasillo de la derecha del camposanto, según se entra por el acceso principal, desde la carretera de Almoines, tampoco se dio con ninguno de los 62 hombres ejecutados y presumiblemente enterrados allí entre los años 1939 y 1940.

En ambos casos la búsqueda se ha llevado a cabo con ayudas económicas de la Generalitat y de la Diputació de València, y siempre encontraron el apoyo incondicional del Ayuntamiento de Gandia. El objetivo común era, y sigue siendo, rescatar esos cuerpos del olvido, entregarlos a sus familiares, que han formado una asociación local, y así permitir que se les brinde un entierro digno. Todo en la filosofía general de la Ley de Memoria Histórica y siguiendo el proceso que ya ha conseguido, en muchos municipios de España, reparar en parte esa herida abierta que llega de guerra civil y la posterior represión franquista.

Según señalan a este periódico responsables del Ayuntamiento de Gandia y de la empresa Arqueoantro, la idea es intentar una tercera prospección, que podría ser la última mientras no se disponga de más datos. Las aportaciones de testimonios orales recogidos en los últimos meses han señalado otros puntos del cementerio donde podrían estar las fosas comunes o la hilera en la que se enterraron los cuerpos de los fusilados. La limitación, como ha ocurrido en la excavación recientemente concluida, es que esos restos puedan estar debajo de los bloques de nichos que se han construido con posterioridad. De ser así, la búsqueda y la recuperación se complicarían mucho, hasta el punto de hacerla inviable al menos en los próximos años. Aun así, si eso ocurre, la opción sería registrar y documentarlo todo para cuando llegue el momento de renovar los bloques de sepulturas, como se hace cuando pasa mucho tiempo. Entonces se abriría el subsuelo.

Una sorpresa en esta fase

Como publicó este periódico, en esta segunda campaña de excavaciones sí se ha encontrado, por sorpresa, el cuerpo de uno de los fusilados que no estaba en el suelo. Uno de los trabajadores apreció que, cerca de donde se llevaba a cabo la búsqueda, había una lápida con el nombre de Antonio Corral Melo, de 34 años y fallecido el 31 de octubre de 1940. Los datos coincidían con la última «saca», la de la víspera de Todos los Santos, y el cuerpo estaba allí porque seguramente la familia consiguió que alguien se lo entregara para evitar la fosa común y enterrarlo en un nicho.

Desde el cementerio de Gandia también fueron trasladados a otros lugares otros dos de los 62 fusilados. Uno es Emilio Ferri López, carretero de 31 años ejecutado también el 31 de octubre de 1940 y llevado a Anna en 1975. Otro es el de un hombre de Sueca.